jueves, 24 de enero de 2019

¡ Quítate la camiseta !

Por. John Montilla

“Sólo en las regiones de la fantasía es dado crear.”
                                             José María Vargas Vila
                                                                       ***

CUENTO INFANTIL 

“Nano” era un banano que se le había escapado a una señora  porque no quiso ser parte de una ensalada de frutas. Había aprovechado un descuido de ella, mientras lavaba unas manzanas, al tiempo que contestaba una llamada a su celular con el aparato apretado entre su cabeza y  hombro.

“Esta es mi oportunidad” había pensado Nano, y de un salto  saltó fuera del tazón de vidrio en que estaba; sin querer  aplastó una solitaria uva, con lo cual se manchó parte de su traje que le quedó de un color entre rojizo y morado.  Pero no se detuvo a pensar en ello. Al contrario, en su afán resbaló en la humedad de la mesa y se estrelló  y volcó un frasco de salsa de tomate, que a su vez desperdigo un pequeño tarro de polvo para hornear.

El estrepitó llamó la atención por un segundo de la señora que seguía pegada al celular, y  lo subsanó, con un simple. “Zape gato”, mientras el banano, sin ponerse a dudar se tiró por entre las cosas derramadas y salió al otro lado  como un pintor de  brocha gorda que trabajara en una panadería.

Luego llegó con tal velocidad al borde de la  mesa, que casi se cae de cabeza; por unos segundos vaciló en ese sitio, y pensó en  como haría para poder bajar, pues tirarse habría significado un “bananocidio”. Estaba muy alto. Para comprobarlo agarró un manojo de espaguetis de una bolsa, los dejo caer y vio que la mayoría se hicieron añicos en el piso. Dedujo  que arrojándose desde allí no quedarían restos  ni para hacer una “banana split”.

Desesperado pensó: “¿Y ahora qué hago?; entonces vio a la licuadora, y se dijo aquí está mi salvación. La señora seguía lavando de forma mecánica la misma manzana desde que recibió la llamada. Nano, fue por la licuadora, la empujo a la orilla de la mesa, con mucho esfuerzo porque estaba llena de agua y luego desenrolló el cable y se descolgó como un alpinista por él.

Cuando iba a mitad de camino vio que un gato negro estaba jugando con el extremo del cable, pero ya no había tiempo de echar marcha atrás, al contrario se deslizó con mayor rapidez y le cayó en la cabeza al felino, que del susto dio un salto, no sin antes darle un rápido zarpazo que le desgarró parte de su camiseta. Se le llevó la letra “N” del letrero de “NO a la guerra”, que llevaba en el pecho. Ahora sí quedó más estropeado que antes.  Ante el barullo, se alcanzó a escuchar de nuevo: “Zape gato”, pero Nano ya había logrado parte de su hazaña a pesar de ir manchado y magullado.

Como pudo llegó a la puerta que daba al patio trasero, y salió por allí; un loro que estaba en una estaca cotorreo al verlo: “Rico banano, rico banano.” El pobre casi se muere del susto y fue a caer sobre un charco de tinta negra que allí estaba. Ahora si parecía un banano de esos bien pecosos.  Se levantó como pudo chorreando tinta y se fue rengueando mientras dejaba oscuras marcas  en el camino.

Cuando por fin estaba a punto de abandonar la casa,  escuchó renegar dentro de la cocina a la señora porque no encontraba el banano, y al ver el desorden en la mesa volvió a repetir de muy mal humor: “Zape gato”, al tiempo que miraba al felino volar por una ventana hacía el jardín. Pero Nano no se quedó ahí para ver en cómo iban a parar las cosas. Decidió mejor acelerar los pasos de su huida.

Divisó por fin la calle, y al otro lado de ella un bosque en el que se podría internar. Presuroso fue hacía allá sin saber lo que el destino le deparaba: En lo alto de un árbol había unos micos que al verlo sucio y  estropeado se burlaron de él. “Miren un banano, y que cochino es”, “Banano pareces un marrano”, “Banano límpiate la mano”, “Banano te vamos a echar mano”, el pobre lleno de terror no atinaba a moverse. Y luego el más grande y  bravo de los micos que llevaba una gorra de beisbolista le gritó al tiempo que saltaba hasta el suelo: ¡ Banano quítate la camiseta o te pelamos !   … y sí, para mala fortuna de él, lo pelaron.

John Montilla. Texto y fotomontajes con imágenes tomadas de internet.
2019

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