sábado, 29 de julio de 2017

Renacer

Renacer:  Crónicas de Mocoa



Por.  John Montilla


                                                                      “El roble duerme en la bellota;
                                                                       el ave espera en el huevo
                                                                       ... Los sueños son las semillas de la realidad.
                                                                                                                            James Allen   


Como una semilla guardada brota un pedacito de mi historia de la noche de la tragedia de Mocoa.







A pesar de que íbamos huyendo ya con el agua hasta la cintura,  mi hermana, quizá por el susto debido a la increíble  circunstancia que estaba viviendo,  aún no era consciente de la magnitud de lo que estaba sucediendo;  por eso no me causó extrañeza que en esos vitales minutos de angustia me dijera:  “Olvidé cerrar la  puerta del apartamento”. Yo  para tranquilizarle en algo el nerviosismo simplemente le respondí: “No te preocupes, más tardecito la vengo a cerrar.” Mientras la agarraba más fuerte de la mano, y la forzaba a apresurar el paso por entre las lodosas aguas.

En esos instantes  de miedo, por todas partes miraba gente correr desesperada buscando evacuar la zona; segundos atrás mi hermana había perdido uno de sus zapatos, y por simple inercia habíamos volteado a ver, pero no nos detuvimos, al contrario, aceleramos la marcha;  cada uno con sus pensamientos, mi hermana pensando en que aún tendría casa, y yo con la certeza de que no había esperanza esa noche  después de lo que había presenciado al estar parado en medio de tenebrosas aguas y a quince metros  de un puente, minutos antes que pasara  la avalancha que devastó la ciudad.

Por fortuna, cuando las aguas desbordadas pasaron por ahí,  nosotros ya estábamos un poco distantes; pero no fue si no hasta la madrugada que nos atrevimos a ver los estragos que había causado en el sector donde vivía mi hermana; el resultado era catastrófico: Todas las casas del sector habían desaparecido desde los cimientos. Lo que antes era una concurrida calle, había quedado convertido en playa; contar todo el caos, el dolor y la desolación que allí se sufría, no es una cosa fácil de describir, por eso de todo este doloroso  evento, me voy a detener en un minúsculo episodio, que es la razón de este breve escrito:  








Pocos días después de ocurrida la catástrofe, en la casa de un vecino que quedó destrozada y llena de barro, comenzaron a germinar unas semillas de maíz,  arrastradas de que quien sabe dónde,  los delicados brotes estaban creciendo en un cuarto y por entre los restos metálicos de lo que alguna vez fue una cama, la naturaleza que había causado la tragedia volvía a manifestarnos su lado más tierno.

De igual manera, no hace mucho, en lo que era la vivienda de mi hermana y local de negocio familiar, miré que había crecido y dado frutos una pequeña mata de tomate. La planta a pesar de su tamaño tiene unos frutos grandes y en muy buen estado. Sin pensarlo dos veces decidí trasplantarla, ponerla en una matera y llevarla a casa.  Los frutos aún están verdes, al igual que el recomenzar de mis paisanos de  mi pueblo, pero espero que tanto los frutos como los sueños de mi familia y mi gente de Mocoa crezcan y maduren. Mocoa tiene que renacer, la naturaleza nos vuelve  a dar buenas señales.





John Montilla: Texto y fotografías

jmontideas.blogspot.com 

miércoles, 19 de julio de 2017

“Igor” vuelve a casa. Crónica

“Igor” vuelve a casa.  Crónica


Por.  John Montilla

Nadie se  imaginó que un  sencillo y tedioso viaje para un gatito, se convertiría en una odisea que tardaría casi unos seis meses en culminar.




Yo diría que IGOR es un gato cualquiera, lo que lo hace especial, es ser el consentido de un  niño, que por circunstancias que no vienen al caso,  se fue a vivir de Mocoa a la ciudad de Pasto; pues bien a la hora del trasteo, el gato no fue incluido en primera instancia; lo cual generó un pequeño caos familiar cuando el niño reclamó su mascota preferida; razón por la cual se tomó la decisión de llevar lo más pronto posible al animalito hasta el nuevo hogar.



Lo que nadie se imaginó fue, que este aparentemente, sencillo y tedioso  viaje de IGOR  hasta Pasto, la tierra del Galeras, se convertiría en una odisea que tardaría casi unos seis meses. He aquí los hechos:

A mediados de un diciembre, hace unos años atrás,  a IGOR se le acondicionó una caja de cartón y se lo metió en ella  para que viajara en la parte trasera de las tradicionales camionetas  que hacen el recorrido por la peligrosa vía Mocoa- Pasto. Todo iba bien hasta que en el punto denominado Las Planadas,   a unos 15 minutos de Mocoa; seguramente asustado por el encierro y el traqueteo del automotor, el gato había destruido su improvisada jaula y se dio a la fuga. De la cual dieron aviso unos pasajeros que iban en la parte trasera del vehículo.


El dueño hizo detener la camioneta, para intentar atrapar al felino, pero la tarea era complicada  porque el asustado animal se interno en los matorrales y  no prestó atención a los llamados del amo, además los pasajeros y sobre todo el conductor apremiaban para continuar el viaje; resultado tras unos infructuosos pocos minutos por capturarlo, no tuvo más remedio que abandonarlo a su suerte, no sin antes dejarlo recomendado a unos vecinos que en esos instantes atinaron a pasar por el lugar, con la promesa de una recompensa si lo atrapaban y se lo cuidaban. Conclusión el consentido animal quedó abandonado a su destino en el bosque.

El problema venía en la excusa que había que dar para explicar la pérdida del animal a su pequeño amo. Según me cuentan se le dijo que el animalito se había conseguido una pareja porque quería tener gatitos y que por eso se había ido de casa. Al parecer esto y la promesa de uno de los gatitos lo convencieron.

En Enero, de regreso de vacaciones, el dueño - que entre otras es un amigo- fue a darse una vuelta por el lugar y a preguntar por el animal, algunos vecinos, especialmente unos niños dijeron haber visto un gato merodear por esas vecindades. Entonces él decidió  levantar la recompensa si lo atrapaban, o si le daban información de él.

Una semana después volvió  por el lugar con una bolsa de comida para gatos, y se encontró con que un niño había atrapado un felino, pero cuando fue a verlo resultó que no era el que buscaba; sin embargo les dejo un anticipo de recompensa, así como también la bolsa de concentrado para que le dejen al alcance  por si lo veían. Pero a pesar de varias visitas que hizo al lugar, las pesquisas parecían no dar resultado.


Las fotografías que existían del gato  en sus buenos tiempos, se habían perdido  cuando al computador de mi amigo  fue atacado por un virus y en el proceso de reparación del sistema, esa fue una parte de la información que se perdió. Así que ni modo de repartir su imagen entre la gente de la vereda para que lo reconozcan.

Dos meses después, una agradable mañana de un sábado, fui invitado por mi amigo para que lo acompañara  a dar una vuelta por el lugar; total lo tomé como un pequeño paseo.  Preguntamos  en diversas partes, nos internamos por senderos, con el temor de que nos sacaran corriendo o nos atacaran los perros de las diversas fincas, afortunadamente la gente fue muy amable y cordial, unos vecinos nos dijeron que efectivamente había un gato extraño en el sector, que a ratos aparecía por diversos sitios, que se comía la comida de los perros, los cuales lo correteaban constantemente, por lo cual era muy arisco  y difícil de acercársele.

En una casa nos dijeron que habían atrapado al susodicho gato, pero  con el temor de ser heridos por el animal, no lo habían atado bien y este se les había fugado, además el perro de ellos lo había correteado y desde entonces no regresó por esos lados. No obstante dejamos repartiendo concentrado para gatos en varias casas y dejamos un número telefónico para que llamen en caso de que ellos tengan alguna información.

Casi tres meses después y luego de varias pesquisas y rondas sin resultado, mi amigo se estaba dando ya por vencido, (no olviden que un niño reclamaba con insistencia su mascota), cuando por coincidencia de un trabajo hizo amistad con el celador de la escuelita de la localidad, quien  hizo de intermediario con los niños del sector para difundir la voz de la infructuosa búsqueda, hecho que ayudó a mantener viva la  ilusión de recuperar al animalito que tristemente vagaba solitario por el sector.

Ahora eran más las personas que sabían que había un “gatico” de la ciudad extraviado por la vereda, hasta que un buen día llamaron de urgencia al dueño diciendo que el felino, estaba en determinada parte, mi amigo que afortunadamente tenía tiempo libre en ese instante, se apresuró a llegar hasta allí, no sin antes llevarse una bolsa de concentrado para gatos. Cuando llego al lugar que le indicaron, no fue sino llamarlo por su nombre y el animalito, cuatro meses después de haberse perdido reconoció  y corrió hasta los brazos de su amo.

Por tanto todos los esfuerzo realizados, habían valido la pena y mi amigo llamó a casa para dar la buena nueva, obviamente el pequeño propietario del animalito se sintió muy contento de recuperar su mascota  después de tanto tiempo de ausencia.

Sin embargo, surgió  otro inconveniente: ya no había suficiente espacio para cuidarlo mientras hallaba la forma de enviarlo a Pasto; ya que mi amigo ahora vivía  solo en un pequeño apartamento, por lo cual decidió dejarlo provisionalmente en su taller de trabajo, se le adecuó una caja de arena y por las tardes iba, y le dejaba su ración de comida y agua; pero acontece que de dicho taller  habían otras personas que también tenían entrada, pero que rara vez iban, pues parece ser, que fueron justo cuando  IGOR estaba allí, y no se sabe si lo ahuyentaron a  propósito o dejaron la puerta abierta, lo cierto fue que el animalito después de tanto esfuerzo por recuperarlo se volvió a perder; esta vez en el centro de la ciudad de Mocoa.

Recuerdo claramente las palabra de mi amigo cuando me refirió el hecho: ¡ No sabes lo que pasó: el gato se volvió a perder !, hombre dije yo, eso si es mucha mala suerte. Sin  embargo vuelve y juega la búsqueda: a preguntar por el sector, unos dijeron que lo vieron durmiendo por las escaleras de la casa de la cultura, otros que  lo vieron saltar por los tejados de la alcaldía, y no falto quien diga  que se lo vio cruzar por los  patios de la iglesia  con rumbo  a las orillas del Río Mulato. Lo cierto fue que su rastro se perdió completamente.

Imagínense la frustrante llamada a casa para decir esta infortunada noticia, ¿Qué excusa darle a un niño que había esperado tanto tiempo?, total no hubo más remedio que hacerlo; “este gato se me esta convirtiendo en un verdadero dolor de cabeza” dijo mi amigo, “me va a dañar hasta el matrimonio”. Y a pesar de todo no hubo de otra que echarle tierra al recuerdo de IGOR.

Pero, el asunto no termina aquí; casi dos meses después de la huida de IGOR; resulta que el dueño de la casa donde antes residía mi amigo, que entre otras es todo un “caballero”,  y quien conocía el asunto, un día lo llamó para decirle que en la vecindad hay un gato que todas las  noches llega a maullar al tejado y que dicho maullido “le parecía familiar”, que por que no  se acercaba a dar una vuelta por la vecindad.

No obstante, estar mi amigo un tanto ya  cansado del  tema, decidió una tarde pasar por el lugar y acercarse a su antigua residencia, y cual no sería su sorpresa cuando justo a la entrada de ella se encontraba IGOR, como si  estuviera esperando como en los viejos tiempos a  que él, le abriera la puerta. Otra vez él lo llamó y el fiel animalito instintivamente corrió otra vez hasta su amo de siempre, ¿Cómo llegó el gato desde el centro hasta un extremo de la ciudad? Esa es la pregunta que aún nos hacemos, si ese recorrido no lo había hecho nunca.

Lo cierto fue que casi seis meses después la odisea de  IGOR llegaba a su fin, y fue embarcado esta vez con mayores precauciones y  rápidamente, para que culmine  su frustrado viaje a Pasto, donde unos cariñosos brazos lo estaban esperando.




(Adenda: las tres últimas fotografías corresponden a IGOR después de haber sido recuperado tras cuatro meses en el bosque, con un aspecto y un pelaje casi completamente  diferente a su original)

John Montilla: Texto y Fotografías. 2008
jmontideas@hotmail.com