miércoles, 13 de marzo de 2024

UNA LOCOMOTORA DENTRO DE LA CASA y otros relatos

Por. John Montilla

“He crecido cerca de las vías y por eso sé que la tristeza y la alegría viajan en el mismo tren.”  (Fito Cabrales) 


A la dueña sólo le gustaba arrendarles habitación a estudiantes, pero por alguna razón rompió su habitual regla y una tarde le alquiló un cuarto a un señor y algo inusual ocurrió esa noche en la casa.

Todo iba bien hasta que de pronto a eso de la medianoche, la dueña, el otro estudiante que allí residía, y yo, tuvimos la sensación de que una locomotora se había metido en la vivienda.

La casa tembló y el techo  pareció dar saltos, las paredes se sacudieron y los cuadros perdieron el equilibrio, las delicadas  figuras de porcelana estuvieron a punto de caer de las pequeñas repisas, , los  jarrones de cristal  casi se rompen y los tiernos serafines casi salen volando; el vidrio de la mesa del comedor estuvo a punto de partirse como una galleta, el salero se derramó en la mesa,  la puerta de la nevera se abrió de golpe, los huevos que allí había crujieron, una bolsa de leche abierta se ladeó un poco y empezó a gotear el blanco líquido, el control remoto se cayó del estante y el televisor se prendió justo cuando pasaban las noticias de un terremoto en el otro lado del mundo.  La dueña enfundada en una piyama de grandes flores de colores se levantó espantada con el estrepito de la locomotora. 

Yo al igual que los demás había pegado un salto en la cama, y por supuesto el sueño se espantó, también.  Abrí la puerta de mi cuarto y vi a la doña, despelucada, echándose la bendición y asombrada, al tiempo que me señalaba con su mano derecha la puerta de la habitación del nuevo inquilino.

El ronco trepidar salía de ese cuarto, confieso que nunca en mi vida había escuchado a alguien roncar con la fuerza y la sonoridad con que lo hacía dicho señor. Los residentes de la casa no pudimos dormir esa noche; el hombre tenía un sueño de carro viejo enterrado en un barrizal, imposible de despertar.

Muy temprano al día siguiente la doña le pidió la habitación al ruidoso dormilón porque se iba a quedar sin el resto de inquilinos y sin poder dormir más.  El hombre todo apenado, entonces confesó que sufría de ese difícil problema. Recogió sus bártulos y se fue.

Me pregunto que habrá sido de la vida de ese infortunado personaje: ¿A cuál estación lo habrán llevado la carrilera de su ruidosa nocturna existencia?

*** 

John Montilla: (Neiva: 28 -XII-2023)    -Relatos de mis memorias

SER “BUENA PAPA”

El vendedor ambulante instalado frente a la clínica había dado los precios de sus productos: Las empanadas a mil pesos, las papas rellenas a dos mil pesos, y las arepas de huevo a tres mil pesos, Esto último era lo que quería la niña, quizás de unos siete u ocho años. La mamá de la menor se puso a buscar y contar las monedas que tenía en una trajinada carterita de color rosado y acto seguido se palpó todos los bolsillos tratando de encontrar dinero en algún rincón olvidado de su vestimenta para luego concluir diciéndole con cierta frustración a su hija:

“No me alcanza”.

El gesto de decepción en el rostro de la niña fue bastante evidente, entonces decidí intervenir de forma cordial:

-Tome la arepa señora, yo se la pago.

La señora me respondió con un “Dios los bendiga”; tomó la arepa y se la pasó a su hija al tiempo que le pedía que agradeciera por ello. La niña así lo hizo y luego feliz se puso a comer.

La emoción de las personas que estábamos a esa hora comiendo en la calle fue bastante evidente ante este pequeño cuadro de inocencia infantil.

Cuando terminó, ella y su madre se dispusieron a cruzar la calle.  La niña alzó la mano en señal de despedida, al tiempo que volvía a repetir con una vocecita repleta de ternura “Muchas gracias, señor.”

Fue un episodio espontaneo, inocente y reconfortante para quienes estábamos lejos de casa la noche de navidad.

***

Coletilla: “Ser buena papa” en Colombia, significa ser buena persona con los demás.

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John Montilla: (Neiva: 24 -Dic-2023)          -Relatos en mi camino

CORTE A LA FIDELIDAD

Hoy, después de tanto tiempo de fidelidad.

He roto ese lazo de confianza.

No fue culpa mía;

las circunstancias me llevaron a ello.

Fue el tiempo

y la distancia

El tiempo porque hace días que necesitaba ver a alguien como ella

y no podía esperar.

Y la distancia porque estaba lejos de casa.

Por eso hoy rompí el espejo de la lealtad:

Pasaba frente a una puerta de cristal y la vi a ella.

Rubia, de un rubio artificial, pero no me importó mucho.

Ojos claros, bella, rostro festivo.    

Intenté abrir la puerta y no pude,

Entonces ella me franqueó el camino desde adentro.

Lo suyo fue una invitación que me llevó a la traición

Me hizo pasar.

Con una amplia sonrisa comercial me envolvió en sus dominios.

Me invito a que me sentara en un cómodo sillón blanco.

Pude sentir la suave fragancia de su perfume mientras se hacía a mis espaldas.

No me cubrió de besos,

sino que cubrió mis hombros con una delicada y transparente capa plástica.

Me pasó las manos por la cabeza

y luego con voz dulce me hizo la pregunta,

que ya consideraba olvidada:

 ¿Cómo quiere su corte de cabello?

Y fue así, como después de tanto tiempo de fidelidad,

traicioné a mi peluquera.

***

John Montilla (Neiva: 30-Dic-2023)               - Divagaciones

Fotomontajes con imágenes tomadas de internet


TAMALTRIX

Por. John Montilla

“¿Qué es real? ¿Cómo defines lo real? Si estás hablando de lo que puedes sentir, lo que puedes oler, lo que puedes saborear y ver, entonces lo real son simplemente señales eléctricas interpretadas por tu cerebro.” (Morfeo en Matrix)

Me sorprende que por los barrios aún siga pasando el señor de los tamales. Todos en algún momento de nuestras vidas hemos escuchado a uno que pasa como alma que lleva el diablo pregonando por las calles: “Tamales, tamales, llevo los tamales.” Y cuando lo escuchas en la mañana, todavía estas acostado, entonces te levantas de un salto, y corres por las chanclas, con la única intención de hacer que se detenga; imposible pensar en agarrar dinero para pagar. Te asomas a la ventana o la puerta, y alcanzas a ver que el hombre va justo doblando en la esquina más próxima.  Perdiste otra vez la oportunidad del desayuno listo.

¿Por qué nadie en la cuadra le compra?, ¿Por qué el vecino nunca madruga y lo detiene por nosotros?, ¿Dónde los vende, si nadie alcanza a comprarle? ¿A dónde viajan los tamales? Todo un enigma.

Y, aun así, el señor sigue pasando, como si fuera ajeno al mundo en que vivimos, imperturbable al paso del tiempo. O tal vez él no es real y no pertenece a este universo y sigue pasando porque es un “bug”-es decir un error del sistema- de esta simulación que conocemos como universo. Tal vez si desciframos el misterio del momento en que se venden y acaban los tamales viajeros podamos encontrar la salida de la “matrix”.  Quizás el día que amanezcamos con el rostro pegado a la ventana y “capturemos” al señor de los tamales justo cuando pase por nuestro “portal” y logremos comprarle uno, nos liberemos de esta simulación.

                                                              ***

John Montilla (18-II-2023)

Divagaciones (Adaptación)

TAMALTRIX - II (RECARGADO)

La maravillosa nave galáctica de los tamales vuelve a escucharse fugaz un domingo en la mañana, es como un rayo que aparece y desaparece en segundos, pero esta vez se alcanza a percibir un mensaje claro y enigmático: “

“Lleve los tamalitos, estos tamales te alisan el pelo, te quitan las arrugas y te ponen los ojos azules:”

Alguien sugiere demandar al piloto de la nave por publicidad engañosa, pero antes tienen que atraparlo, pero la mayoría quizás crea que este alimento lleve cubierto en su envoltura la fuente de la eterna juventud y por eso corren detrás de él con la esperanza de alcanzarlo, para así tratar de develar el incomprensible misterio que “envuelve” su prodigioso manjar legendario. Puede ser que los “Tamaltrix” tengan las propiedades que desafían toda lógica y sentido común.  Tal vez al probarlos no sólo satisfagan nuestro apetito, sino que también desencadenen una serie de efectos inexplicables que nos sumerjan en un mundo de metafísica y realidades alternativas.  

Es posible que, tras el primer bocado, se experimente una metamorfosis instantánea y se cumpla lo que pregona hasta el cansancio con su megáfono sideral o hasta más, quien quita que después de haber quitado las olorosas y verdes hojas de plátano ya cocinadas y consumido el producto el rango de beneficios aumente. Que tal que luego puedas predecir el futuro viendo el reflejo de los objetos, o adquieras la habilidad de doblar el espacio-tiempo o te den la capacidad de leer los pensamientos de perros y gatos. O también que tus manos se conviertan en una especie de detector sónico que te permita encontrar objetos perdidos y en últimas una vez consumido el producto que puedas comunicarte con seres de mundos paralelos a través de los eructos.

Pero el señor de los tamales que se revela como el guardián de esa receta mágica que conecta nuestra realidad con otras matrices de existencia es inalcanzable para nosotros, simple mortales con hambre en la mañana dominical. ¿Será posible que al alcanzarlo nos lleve a un “portal gastronómico” en el que podamos trascender de extraña simulación en la que estamos atrapados? Los “Tamaltrix” podrían ser el vínculo perdido que nos lleve a descubrir la verdadera naturaleza de nuestra existencia en este laberinto cósmico.  Pero para eso tienes primero que lograr alcanzarlo y eso es algo que está muy lejos de nuestras posibilidades humanas, sobre todo si él va en un vehículo espacial y tú intentas corretearlo en sandalias y en piyama.

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John Montilla (5-XI-2023)

Divagaciones

Fotomontaje con imágenes tomadas de internet

Historias: jmontideas.blogspot.com