lunes, 6 de abril de 2020

LA CASA NO ES LA MISMA DESDE LA CUARENTENA


Por. John Montilla
“Sólo por su luz la casa es humana. Ve como un hombre. Es un ojo abierto a la noche.” Gastón Bachelard


La casa no es la misma desde la cuarentena
Las paredes se han llenado de ruidos y silencios cotidianos.
El sofá ha envejecido varios años en pocos días.
La puerta de entrada se inclina ociosa,
y de reojo ve que la nevera presta su puerta luminosa
para que por ahí se escape el tedio de cada día.
El televisor se ha mudado al cuarto,
pero ahora duerme menos, su rostro luce cansado.
La cama está un poco molesta porque la miran con fastidio.
La vieja hamaca se ríe disimuladamente,
nunca había estado tan bien consentida.
Las llantas de los vehículos se han prestado
para que la arañas anclen los extremos de sus redes.
La vieja sombrilla abandonada en su percha
se muere de sed,
extraña la lluvia.
Parece un gran murciélago embalsamado.

Las gafas oscuras están pálidas,
extrañan la luz del sol.
Y se maquillan con el polvo de la nostalgia.
El sombrero está muerto,
ha perdido su cabeza.
Algunas medias se han escabullido por algunos de sus agujeros.
A sus compañeras solitarias las cobija la nostalgia.
El ropero parece un sarcófago antiguo,
cerrado herméticamente,
anhela ser encontrado por un explorador de tesoros ocultos.
Los abrigos tienen frío,
evocan un cálido abrazo.

El computador está extenuado,
alarga la cara pidiendo un respiro.
El celular se ha quedado asfixiado,
tiene mucha presión de manos y dedos ansiosos,
que lo usan como pies para salir a caminar el mundo.


Sólo los libros están alegres,
lucen felices,
están radiantes,
el polvo ha volado de sus cubiertas.
Manos amigas los acarician.
Los lápices de colores han saltado alegres de sus cajas.
Los olvidados pinceles,
que eran plantas inertes en los estuches,
han vuelto a florecer con la humedad de nuevas pinturas.
Las fichas de dómino están de carnaval,
sus puntos bailan de gozo,
arman coreografías en mesas familiares.
Los dados están quedando redondos
de tanto dar volteretas en los tableros.
La efímera felicidad estalla en frágiles burbujas,
las mismas que extinguen al resignado jabón
que lamenta su suerte.

En la oscuridad de la noche,
los zapatos aplastados por el tedio
promueven una silenciosa revolución,
planean escaparse a la calle
llevándose consigo a sus dueños.  


John Montilla. Texto. (6-IV-2020)
Imágenes tomadas de internet. Pixabay.
jmontideas.blogspot.com

2 comentarios:

  1. Mi jabon si salio, muy buena Jhon

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  2. Mis pinceles ahora reposan porque la vida también cambia para los pintores, son personajes de otras cuarentenas. Y los libros, esos vehículos de salir a las calles y al mundo exterior.. siempre disponibles para un próximo viaje.

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