Por: John Montilla
Veía por la televisión a los
humildes y nobles padres de Nairo Quintana, el ciclista que por estos días ha
llenado de orgullo patrio a los colombianos. En la entrevista le preguntaban a
la mamá del joven campeón de cómo iba a ser el recibimiento que le haría a su
hijo y ella expresó que le gustaría prepararle un sancocho de gallina, y entonces ella mencionó a un político de su región, cuyo nombre le costó
un esfuerzo recordar, pero eso sí se acordó que
tal personaje hacía tres años les había prometido regalarles unas
gallinas, pero como cosa rara el tipo nunca les cumplió.
La madre del campeón colombiano, vacilaba entre saber si el
individuo referido era concejal, diputado o algo por
el estilo; pues bien al final, resultó que el hombre en mención era
senador de la república y claro como
ahora están todas los periodistas en su
fortín político con sus cámaras en acción, el personaje si pareció
recordar aquella vieja promesa incumplida y prometió “donar” no sólo tres gallinas, sino cien si
era el caso.
En este punto se me viene
a la memoria unos versos del
desaparecido Facundo Cabral, cuando se refiere al encuentro entre un turco
y una supuesta benévola condesa:
-“Es una gran
mujer, acaba de donar un terreno de su familia para que el Municipio de Sevilla
haga un parque público, y el turco le pregunto sin dejar de mirarla:
- ¿Donó o devolvió?
”
Para el caso que
traigo en mención bien podría aplicarse la misma pregunta: ¿Hasta dónde debe
sentirse que se está haciendo un obsequio o pagando una deuda adquirida?
Pero como lo referí antes;
los medios de comunicación están en la tierra de ese audaz campesino ciclista y hay gente que es
especialista en poner la cara cuando las cámaras están grabando, de manera que se pueden ganar unos dividendos y
propaganda política gratis. No está por demás
subrayar que pantallazos de ese tipo no se consiguen todos los días.
El escritor Checo Milán Kundera,
tiene un capítulo magistral en uno de sus libros donde habla de este tipo de
comportamientos de algunos personajes públicos, concretamente los políticos, él
lo denomina “imagología” y se puede ilustrar su tesis con este magnífico ejemplo:
“Nadie lo
sabe mejor que los políticos. Cuando hay una cámara fotográfica cerca, corren
en seguida hacia el niño más próximo para levantarlo y besarle la mejilla. El kitsch es el ideal estético de todos los
políticos, de todos los partidos políticos y de todos los movimientos.”
Pero, como en el caso inicial,
aquí lo que importa es el objetivo, de ahí que no sería raro que
apareciera el sujeto embustero y con corbata con un montón de gallinas al hombro
para un almuerzo prometido hace años, ya
que pese a lo caricaturesco y grotesco
que pueda parecer, él irá tras su ideal; el fin justifica los medios y en eso hay muchos que son expertos.
Entonces estemos atentos a
la muy probable imagen del camaleónico personaje en los medios de comunicación,
que esta vez no cargará a un niño sino a
un montón de gallinas; lo ideal sería
que fueran rechazadas por esos dignos campesinos boyacenses, pero esa misma
nobleza propia de la gente buena es un factor
que hacen jugar a su favor los oportunistas.
John Montilla
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