domingo, 16 de agosto de 2015

AQUELLAS MÍTICAS E INOLVIDABLES VIEJAS REVISTAS

Por. John Montilla

Del baúl de los recuerdos  les traigo  la magia de las revistas de antaño, para rendirles tributo por el legado que nos dejaron.

Si usted lee de principio a fin las siguientes líneas. Me atrevería a asegurar que quizá fue un afortunado que alguna vez tuvo entre sus manos aquellas míticas, fantásticas e inolvidables revistas de antaño.




Enumero algunas. KALIMAN “el hombre increíble”, ARANDÚ “el príncipe de la selva”, TAMAKÚN “el vengador errante”, AGUILA SOLITARIA, MEMIN, JUAN SIN MIEDO, FLASH GORDON, STARMAN, VAQUEROS, etc. etc.


Al hacer una comparación con el presente; ¿que valor se les puede dar hoy?, yo diría que muchísimo, ¿por qué?,… la respuesta es sencilla y contundente: porque mediante estas aparentemente “inútiles revistas”  algunos nos iniciamos en el gusto voluntario por la lectura.




Ese tipo de “cosas” se leía por puro placer, “perdedera de tiempo” según algunos, pero su magia, repito, estaba  en el goce y atracción por la lectura.




Si usted es padre de familia, abuelo, tío, profesor, (o joven o niño), le pregunto: ¿Tienen los jóvenes o niños en la actualidad la lectura como pasatiempo?, ¿Existe en ellos el amor por la verdadera literatura?, en mi calidad de docente me atrevo a afirmar que un gran porcentaje la respuesta es negativa.




Ahora bien, ¿Que tienen que ver esas “insignificantes” viejas revistas con la verdadera literatura?: La conexión es de nuevo evidente, mediante ellas una vez adquirido el hábito de  leer, era muy fácil pasar  a la lectura de cualquier tipo de texto, este  fue el gran favor que estas revistas nos hicieron.




En el entretanto, dichas revistas en medio de sus fantasías, también nos dejaron sus enseñanzas; a manera de testimonio puedo citar varios ejemplos: Las primeras nociones que tuve  de la increíble y maravillosa mitología griega, fue gracias a una revista de KALIMAN, que situó al personaje en una aventura llamada “el viaje fantástico” y una vez despierta la curiosidad  por ese mundo mágico, no fue muy difícil pasar a los clásicos de Homero: La Iliada y La Odisea.; igualmente mis primeros apuntes acerca de la cultura Inca se los debo a este personaje de ficción.




Por otra parte, que decir de los mensajes que en el trasfondo  nos dejaban, o sino que tal este lema de TAMAKÚN, un héroe ya desaparecido de la memoria de muchos:


Donde el dolor desgarre…
Donde el peligro amenace…
Donde la miseria oprima…
Allí estará Tamakún,
el vengador errante.




 Así mismo, que decir del lema del mítico KALIMAN: “No hay fuerza más poderosa que la mente humana y quien domina la mente lo domina todo”… en síntesis: el estudio; así se lo repetía constantemente a su pequeño e inseparable amigo Solín: “Recuerda que el estudio es la superación del hombre y le permite ser superior a las fieras, cuanto más sepas, más vales”, o  este sabio consejo “Toda la sabiduría del mundo está en los libros”.


Especial mención merecen los principios de KALIMAN, entre los cuales estaba la vida por encima de todo, pues pese a los mil enemigos y sin fin de aventuras, jamás mató a nadie, luchaba en pro del bien y la justicia, pero sin mancharse las manos de sangre. Ojalá Colombia entera lo hubiera  leído y sobretodo se hubiera  apropiado de estos preceptos.


 Otro legado de esas revistas radica en los apuntes geográficos  que de ellas se podían obtener, ya que toda aventura necesariamente se desarrollaba  en  un lugar determinado: África, el Polo Norte, La India, China, la selva de Borneo o del Amazonas, etc. Aquí también la curiosidad lo llevaba a uno a echarle  una mirada al Atlas Universal, y listo, cortas pero eficaces clases de geografía.




Gracias a una aventura de ARANDÚ, pude enterarme que alguna vez existió un gran único  continente llamado Pangea, ya que los personajes buscaban un cementerio perdido de elefantes en el Amazonas basados en la teoría  de que alguna vez África y América estuvieron unidas.





Podría escribir todo un ensayo sobre este asunto, (lo dejo pendiente), por ahora simplemente resumo diciendo, que en últimas lo menos que pudieron dejarnos este tipo de  lecturas fue la ortografía, ya que la manera más eficaz de aprenderla es leyendo. Por tanto, sólo me resta volver a agradecer  ese pequeño gran legado que aquellas viejas revistas nos dejaron.

Coletilla: Me queda valioso material que me hicieron llegar unos lectores para un nuevo artículo; espero escribirlo pronto y compartirlo. 

John Montilla: Lic. en Lenguas Modernas
Esp. Procesos lecto-escritores.
























viernes, 7 de agosto de 2015

EL PRÍNCIPE DE AZUL (Mini cuento)

Por. John Montilla



Ella: ¡ Veo que hoy vino de azul !


El:  Sí, es que hoy quiero estar a “zu” lado.




CUENTITO DIBUJADO: EL BARQUITO

Por. John Montilla 


Para Marcela, mi sobrina




Un barquito de papel periódico navegaba
solitario en un pequeño charco
que había camino a la escuela.


El barquito estaba muy contento
al principio, flotando de un lado para otro; 
pero pronto se dio cuenta
que el espacio era muy reducido
y empezó a sentirse triste.

El barquito estaba tan triste
que dejaba que el viento lo golpeara
con las orillas para que lo destruyeran
y así convertirse de nuevo en una hoja
de periódico para poder irse a volar por el mundo.


De pronto llegó un pajarito
a beber agua del charco
y al ver al barquito tan triste prometió ayudarle
cuando este le contó su problema.

























El pajarito voló hacía  la nube mayor
y le contó el problema del barquito.
y ésta dijo que mandaría una lluvia
para ayudarle a salir de su recinto.














Una gotita de agua fue enviada como mensajera
para advertirle al barquito
que la lluvia estaba en camino.



El pajarito se ofreció a proteger al barquito
bajo sus alas mientras caía la lluvia.


La lluvia inundó el charco,
formó muchos arroyuelos
y por uno de ellos se deslizó el barquito,
llegó a un río, luego se fue a navegar libre
por el mar. 




















John Montilla. Texto e imágenes
Esp. Procesos lecto-escritores

CULEBRERO, VENDIENDO FE

Por: John Montilla

La gente ya estaba reunida a su alrededor cuando me acerqué  y pude observar en el centro del grupo a un hombre de rasgos indígenas de larga cabellera, con un moderno amplificador de sonido y un  micrófono que le permitía tener las manos libres para maniobrar todos los objetos esotéricos que tenía desparramados con un determinado orden en el piso  junto a una pequeña maleta de color negro.


Justo en ese momento el culebrero estaba mostrando a la concurrencia un trajinado álbum de fotos en el cual se veían imágenes explicitas de periódicos sensacionalistas, con grandes titulares rojos. Alcance a ver la imagen de un hombre con una barriga descomunal como si hubiera tragado un sapo gigante, creo que les decía que eso no había sido fruto de una enfermedad sino de un maleficio y que el hombre había logrado curarse gracias a la sabiduría de un chaman.

Por un momento me desentendí del largo discurso que se echó sobre brujerías, maleficios, mal de ojo y otro tipo de cosas similares mientras le iba mostrando a su público todas las chucherías que tenía a mano; dijo que la magia roja era para atraer, la verde para alejar, la blanca para hacer el bien y de la negra dijo con gran énfasis que era para hacer el mal. Y por ese camino se metió de que así como hay el bien, también existe el mal, e igualmente hay personas que nos quieren y otras que no, y que para esos que nos desean el bien hay que abrirles nuestro corazón,  pero contra aquellos que nos desean el mal debemos protegernos y que él había regresado quince años después a este pueblo para demostrarles cómo hacerlo.


Acto seguido pide a los presentes más interesados que le presten una moneda, un anillo, una llave u cualquier objeto metálico pequeño. Un grupo significativo de personas accede a ello, con lo cual logra “atar” ya, a un sector de la concurrencia. Su lengua es una soga para sujetar oídos  incrédulos. Le dice a un niño que  se ha sentado que se  levante y se vaya  a dormir a la casa. Cuenta con gran elocuencia que cuando los hombres se toman una cerveza en un bar, a la hora de ir al baño le echan porquerías en el licor. Habla del mal de ojo, de gente con sangre pesada que marchita las flores con sólo tocarlas. Cita un clásico ejemplo: “¡Señora le compro el perro! - ¡No se lo vendo! y que al otro día el perro amanece muerto.” Les habla de cómo se preparan diversos tipos de bebedizos con unos componentes casi imposibles. Su prodigiosa verborrea no se detiene.

Luego sacando un pequeño recipiente de plástico les muestra un supuesto brebaje de un color oscuro que tiene de ingredientes algo así como: “Cabellos de  persona, sangre de gallinazo, lengua de sapo, babas de suegra, tierra negra, lagañas de mala vecina, tierno corazón de golondrina, pelos de aquí y de allá, , etc, etc.” Remacha diciendo que cuando le quieren hacer el mal a alguien todas esas porquerías sino se las dan a beber, se las van a enterrar con su nombre y fotografía en el cementerio. Y que por tanto hay que estar protegido contra esos males.

Después el culebrero pone los objetos que el público le prestó dentro de un vaso de vidrio con agua clara, luego echa unas gotas del “sucio brebaje” dentro del vaso; al diluirse la mezcla el agua se pone   turbia. En seguida le pregunta a uno de los espectadores si quiere tomar un  poco, obviamente la persona sorprendida se niega a hacerlo. Entonces el culebrero mete un pequeño crucifijo y un amuleto en una bolsita de tela y lo introduce en el vaso de agua oscura, y con mucho misticismo y convicción se pone a recitar una oración en lengua indígena, algo así como: “ Guachi chamuri salvarati chocha…echa noche e chango y  echo chingo ocha la noche con el chavo del ocho ...”

Luego le pide a una señora que ponga el vaso de cristal en su mano, la mujer tímidamente da un paso al frente y toma el vaso. El culebrero, le pide a ella que con una mano lo sostenga y que con la otra lo cubra  para que el agua no se derrame y que  de un movimiento rápido le dé la vuelta y lo ponga de nuevo derecho. Ella así lo hace y milagrosamente al instante el agua turbia se pone clara y trasparente. El público esta maravillado de la sabiduría del culebrero.

Para intensificar su presentación, le pide a alguien que abra una bolsa de agua  que tiene a mano  y se tome un sorbo de esa agua limpia y fresca, luego le pasa la misma bolsa  a un par de persona más, a quienes les pide que también se tomen un poco, y para reforzar la tranquilidad de las personas, él también se toma su sorbo. Después, toma el frasquito  de su oscuro brebaje y echa unas gotas dentro de la bolsa; el agua lógicamente se torna turbia, y  le pregunta a una atractiva joven del público  si se anima a tomar un poco de esa agua, la joven ríe nerviosamente mientras niega la invitación con un gesto.
Naturalmente,  otros también se niegan a beber ese desagradable liquido, acto seguido  el culebrero toma la bolsa de agua turbia y la va vaciando en el vaso que antes se había aclarado y al ir echándola, ésta  al instante se va tornando cristalina, la gente sigue maravillada la demostración, luego toma el vaso y  rocía un poco de agua dentro de la bolsa y esta también se torna transparente. El hombre ya sudado y sediento por tanto discurso se  bebe por completo el agua de la bolsa mientras habla incansablemente de las maravillas del talismán dentro del vaso que es el escudo contra  los males divinos y terrenales. Y entonces viene el punto central del asunto.

El culebrero sigue su monólogo: “¿Cuánto vale ese mágico amuleto que te puede proteger de todos  los males.” Empieza diciendo que su padre en el Amazonas cobra 100 mil pesos sólo por la consulta, y   70 mil pesos más por el talismán, pero dice que él no está allí para  cobrar la consulta, que únicamente va a cobrar lo del talismán. Es decir  70 mil pesos, le pregunta a  todos los que le pasaron su moneda u objeto personal si estarían dispuestos a pagar esa cifra y sólo una persona bien convencida levanta la mano. Los demás permanecen expectantes, luego dice que no; que él  no va a cobrar esa cifra, que él únicamente va a cobrar 20 mil pesos por la milagrosa piedra. Vuelve a preguntar a las “personas que tiene atadas” a su presentación y sólo tres alzan la mano. Un cálculo rápido, nos muestra que le convenía más, vender un solo amuleto en 70 mil pesos y no tres en  veinte mil pesos.

Pero como buen comerciante, remacha diciendo que no, que él tampoco va  cobrar esa cifra, mientras repite que su papá en el amazonas cobra 170 mil pesos,  dice: “Yo a los que me pasaron esos objetos con buena fe, sólo les voy a cobrar lo que valen cinco cervezas, es decir 10 mil desvalorados pesitos.”  Pregunta quién va llevar el talismán por ese precio y está vez el resultado es mucho mejor: cerca de veinte personas levantan la mano en señal de afirmación, luego procede a entregar el talismán de la buena suerte en la mano derecha cerrada mientras que  con la mano izquierda le pasan el dinero, al mismo tiempo que pide que le digan: “Indio no te pago, sino que te regalo estos diez mil pesos.”  Y finaliza la entrega con una oración en lengua desconocida.

Como el hombre ya se  mueve en su terreno, vuelve a preguntar: ¿Quienes quieren llevar el talismán y no tienen los diez mil para pagarlos?, unos pocos alzan la mano, entonces el culebrero  dice: “Como mi intención es ayudarles entonces se los dejo a 5 mil pesos.” Con lo cual consigue vender algo más. Para rematar su función ante la expectativa de los que adquirieron el amuleto dice con voz profunda y llena de convicción: “Yo sé quien de ustedes tiene una enfermedad venérea que no ha podido curar en seis meses, se quien tiene un hijo desaparecido, se a quien le están haciendo una hechicería, y a quien y con quien le están poniendo los cuernos.”

El morbo de la gente crece en atención,  pero el culebrero afirma que eso no la va decir en público, en vez de eso termina el acto invocando  una oración y haciendo la señal de la cruz, la gente lo imita. Luego dice que esas cosas son privadas, y que si quieren  saber lo que tienen que hacer  lo acompañen a su consultorio provisional en un hotel de la ciudad. La gente que le compró el amuleto lo sigue, mientras su ayudante recoge toda la parafernalia usada en el acto de pescar clientes. El ayudante devuelve los objetos y las monedas a aquellos que no compraron el amuleto y arroja por el piso del parque las monedas que sobraron en el vaso y que nadie reclama. Una señora que presenció todo el espectáculo se siente temerosa de tomarlas, pero una inocente niña recoge las monedas del suelo, completa mil pesos y veo que sale corriendo feliz  a  comprarse un helado de crema.

Para terminar mi  resumen de este típico suceso callejero, me atrevería a afirmar que bien podrían los estudiantes de secundaría realizar un ejercicio de química en el que manipulen algunas sustancias para obtener resultados como en el acto del culebrero. También podría asegurar que el hombre no los estafó, simplemente les ofreció FE y ellos compraron. Pero lo qué sucedió en  la consulta privada con el culebrero, a mí también me gustaría saberlo.

John Montilla
Esp. Procesos lecto-escritores.


sábado, 30 de mayo de 2015

PAÍS ENREDADO

Por: John Montilla



Eran las 10 de la mañana, un domingo radiante  alegraba la luz; la ventana hace ratos  se asomaba por el sol, pero a esa hora mi cama aún estaba durmiendo, cuando escuché el canto del vecino  desde el gallo de al lado. Mi cama se levantó y vio que habían tirado la puerta por debajo del periódico.  Alarmado leí que el peligro estaba en proceso de  paz. La guerra decía que no era fácil  terminar con los políticos. Entonces las elecciones me recordaron el día. Así que el baño corrió hacia mí. Tome una ropa fría y apresuradamente me vestí con la ducha sin planchar. Después el chocolate y el pan me prepararon un rápido desayuno. Acto seguido le lave los dientes al cepillo, luego el celular y las gafas me metieron en la mochila. Antes de marchar el libro “Neic Soña ed Dadelos .” me agarró  y me metió debajo de su brazo. Al salir,  la puerta me cerró la casa, y le ladré al andén que estaba durmiendo sobre un perro. Ya en la calle, me puse en  la cabeza una canción  y  tarareando una gorra me fui  por  las elecciones hasta el lugar donde se estaba desarrollando el camino.

 En el trayecto agarré  un balón que iba corriendo detrás de un niño para que no lo atropellara  la velocidad que iba con un conductor a todo vehículo. Regañé al carro, que se había puesto pálido del susto, luego el  humo rugió  con estrepito y se marchó dejando una estela de oscuros  choferes en el aire. Indignado llegué a un puesto de información, pero con cortesía  le pedí a un número  de la mesa que me diera un computador, y me dieron una secretaria. Muy  agradecido me fui de allí,  la mesa me pidió que no votara por su candidato.

Cuando llegué con el portón hasta el centro de votación, saludé a la seguridad que estaba prestando unos  policías. Requisé a uno y le pedí que se identificara, luego lo deje entrar. Ya en el interior, me dirigí al jurado y salude a las mesas, me pasaron las cédulas y  el partido político me preguntó por cual jurado iba a votar. ( La consulta democrática de ese día era de los azules , por eso yo iba  vestido de rojo, así que  pedí un tarjetón verde para marcar por  los amarillos.)  Uno de los tarjetones me pasó un jurado firmado.

El cubículo vino hacia mí, y allí el candidato con mi lapicero me dibujo una X en el  rostro; acto seguido  doblé el  lapicero, lo eché en la urna y luego me metí el candidato del tarjetón en el bolsillo. Fui a la cédula y una mesa me pasó mi jurado,  saqué mi bolsillo  y  metí al jurado en la billetera. Le di las gracias a los tarjetones y  me marche tranquilo  para la casa.

Al llegar,  me abrió la puerta y la casa entró en mí, la radio me encendió. La nevera vino hacia mí  y  un jugo con trozos de hielo me pusieron en un vaso. Un sillón se sentó sobre mí, y  mientras el jugo se puso a esperar a sorbos el resultado de las elecciones,  el hielo  preocupado  se iba tomando   el recrudecimiento del conflicto, mientras yo me iba derritiendo lentamente  ante el tremendo enredo que envolvía  a nuestro país.


John Montilla 
Esp. Procesos lecto-escritores








EL PREMIO CABALLO

Por: John Montilla



“Cállate vos, … caballo”   escuché que le dijo una estudiante a un compañero que  la estaba molestando. Se lo dijo con tanta precisión y con una armonía  tan especial en la entonación, que por primera vez en la vida me hizo encontrarle un sentido poético a la palabra “caballo”. El viaje cadencioso de esa palabra me sonó como el suave trote de un caballo sobre un viejo puente de madera en un paraje solitario. El vocablo cabalgó durante bastante tiempo en mis oídos hasta llegar a dar origen al nombre de un premio; he aquí la historia:

Empiezo diciendo que este pequeño episodio sucedió hace unos años, mientras yo estaba sentado cómodamente en una banca de madera a la sombra de un fresco y frondoso árbol de pomorroso. No voy a entrar a explicar la connotación que  entre estudiantes tiene este tipo de actos, ya que no es el propósito de este escrito; pero de forma breve anoto que como docente no me está permitido pasar por alto este tipo de situaciones, por tanto les llamé la atención como es debido a ambos, escuché sus razones e hice las indicaciones pertinentes del caso.

Ellos parece que al fin de cuentas olvidaron el asunto, pero yo no olvidé la cadencia de la palabra caballo cuando ella la pronunció; tanto así que pensando en la sonoridad del vocablo  me puse a revisar diversa literatura e historia  sobre este noble animal, fue así como entre esas búsquedas me encontré este hermoso verso de una antigua  leyenda árabe: “…y Dios tomó un puñado de viento del sur;… sopló su aliento sobre él y creo el caballo”.

La susodicha palabra cual potrillo inquieto me llevo a deambular por diversos textos en los que pude recordar algunos de los más famosos equinos de la historia;  pues según dicen algunos estudiosos,  la historia de la humanidad es también la historia del caballo, y tampoco faltan quienes lo consideran el animal más bello de la creación y el que, sin duda, prestó más y mejores servicios al hombre, esto lo demuestra cualquier pasaje o cualquier página de cualquier año y cualquier siglo de nuestra historia.

Alguien refiere que  el gran poeta Nicaragüense Rubén Darío decía  que "No se concibe a Alejandro Magno sin "Bucéfalo"; al Cid campeador, sin "Babieca"; ni puede haber … Quijote sin "Rocinante", ni poeta sin "Pegaso". A esto le agrego  que quizá no habría patria sin Palomo, el caballo de Simón Bolívar. Pero si hay uno, que siempre me ha llamado la atención, es el famoso Incitatus, el caballo que el emperador romano Calígula nombró como cónsul en su imperio.

Mis pesquisas en pos de los caballos me llevaron a un escrito fabulesco en el que varios notables equinos dialogan, y  cuando le toca el  turno al famoso Incitatus, este  se queja de que a él, no lo nombraron para honrarlo, sino para decirle a los  cónsules humanos que eran de su misma especie; en otras  palabras, todos los cónsules del imperio eran unos grandísimos caballos. (Al escribir esto no puedo dejar de pensar en ciertos honorables y caballerosos padres de nuestra patria).

Fue así, como cierto día, pensando en Caligula y su caballo; y meditando sobre quién de los dos fue el más bestia; se me ocurrió la extravagante idea de crear el “Premio  Caballo”, el cual  se originó de este interrogante: ¿Por qué no otorgar un premio a una burrada notable(o un hecho caballuno),  y darle un galardón  a la persona que tuviera el carácter y el valor civil de reconocer su errores? Y entonces eché a galopar mi ocurrencia que luego se desarrolló así:

En primer lugar diseñé una urna de cartón con la forma de la cabeza de un caballo y les dije a mis estudiantes que  de manera voluntaria escribieran todas las metidas de pata, errores, maldades y travesuras que recordaran haber cometido en su vida escolar, les dije que el nombre era opcional, pero que si no lo escribían  no tenían la posibilidad de ganar el obsequio que había prometido a aquellos que fueran sinceros consigo mismo y que  depositaran su confesión en esa caballuna urna dispuesta para tal fin. Además a aquellos que participaron de manera anónima  los inscribí en una lista  de la cual hice un sorteo para sacar un segundo ganador.

Durante el proceso de esta actividad lúdico creativa les di mi palabra que no iba a leer el contenido de lo allí escrito, pues esa no era la intención;  ya que el propósito final era motivar una reflexión sobre los errores cometidos.  Les dije que cuando terminara el tiempo estipulado para la actividad iba a tomar al azar uno de los papeles escritos y que ese si lo iba a leer de manera confidencial, entre otras para saber el nombre de quien escribió y  luego  la urna con todo su contenido restante al final sería arrojado al fuego con algunos de ellos como testigos.

Hoy se me ocurre pensar, que hubiera sido interesante poder descubrir esos secretos confesados libremente, ya que en una de la dos ocasiones en que realice esta caballuna actividad, recuerdo que salió seleccionado un escrito, en el que  un estudiante decía que su burrada (o caballada) había sido destruir de manera adrede uno de los controles del televisor de la sala de audiovisuales, y hubo otro que manifestó que había invertido las teclas de los números del teclado. Tampoco podía faltar la clásica travesura  de dejar encerrado en el baño a un compañero.

Es posible que en ese entonces me haya estado equivocando en esa descabellada  (o des-caballada) propuesta, porque de una u otra manera alcance a percibir que estaba generando cierto impacto, esto lo pude comprobar cuando de vez en cuando escuchaba a alguno decirle a otro: “Con eso que has hecho podrías ganarte el Premio Caballo”; que entre otras, la no muy honrosa distinción consistía en  ganarse un regalo que yo compraba con mis propios recursos. Debo subrayar que tal actividad tuvo en términos generales un balance más positivo que negativo, ya que lograr que alguien admita sus errores y esté dispuesto  a corregir, es algo que de por si vale la pena intentar.

El caso es que  la idea dejó de galopar cuando me resultó la oportunidad de trasladarme a otro colegio, y ya prácticamente había olvidado esa jocosa actividad, pero recientemente se presentó un hecho no muy inteligente a nivel nacional, que me hizo recordar esa caballuna distinción. Y esto sucedió a raíz del fallecimiento de Gabriel García Márquez; cuando una honorable e ilustrísima representante a la cámara, tacó burro al “mandar al infierno” a nuestro Premio Nobel; entonces me dije: He aquí una perfecta candidata para el Premio Caballo.

La señora antes mencionada cuyo apellido Cabal, es desde el punto de vista fonético  muy acorde con el nombre de mi Premio Caballo; esa sonoridad me trae a la mente una recua de  palabras: “cabalgar, cabalgata, cabalgadura y caballo”; el  premio le vendría no como anillo al dedo, sino como herradura para un caballo. Sin lugar a dudas sería una gran nominada con muchas opciones  para adjudicarse el galardón de las metidas de pata; (esta vez no incluiría regalo), la elección no sería muy difícil, al fin y al cabo como reza un viejo dicho: “A los caballos blancos y a los pendejos, se los distinguen desde lejos”.


John Montilla.
Esp. En procesos lecto-escritores

Imágenes tomadas de internet



















FAMOSAS PORCINAS VIDAS

Por: John Montilla



“…de todos los animales, el mejor amigo del hombre es el cerdo.”
Da Vinci


La historia del cerdo, según se afirma en varios portales de internet está íntimamente ligada a la del hombre, tanto que sería imposible imaginar el desarrollo de algunas  civilizaciones  sin la participación en la dietética, de este animal, que por sus características lo hicieron ideal para cubrir las necesidades de aportes de proteínas y grasas a gran parte de nuestros ancestros.

Este animal tan controvertido desde sus comienzos, tan odiado por unos y tan deseado por otros, siempre ha sido motivo de discusión debido a su aporte de colesterol que puede hacer mella en la dieta y la salud; y que  hoy en día  se enfrenta a un nuevo reto: Limpiar su desprestigiada imagen, de toda el “agua sucia” que le ha caído encima últimamente.

Pues bien, ahora, se le atribuye al cerdo el haber sido el foco generador de un nuevo y mortal virus que tiene en jaque a la humanidad, de lo cual derivó para su desgracia el nombre de la “gripa porcina”, hecho que tiene en crisis a la economía porcicultora mundial. Y aunque los gobiernos trataron de arreglarlo cambiando el nombre del virus por el de “AH1N1”, ya el daño al pobre cochino ya está hecho y casi todos nos referimos a la  pandemia como la “gripa porcina”

Dadas así las cosas, nos proponemos “asearlo” o defenderlo un poco, no desde el punto de vista científico y médico, pues ese no es nuestro campo, pero si lo vamos examinar desde el punto de vista cultural y literario para que repasemos las participaciones  que este noble y grasiento animal ha tenido en la cultura y en las letras. (Y no en las letrinas).

Empezando con el gran genio inventor Leonardo Da Vinci, de quien se tienen estos apuntes culinarios enalteciendo a este animal:

“No hay ninguna parte del cerdo que no pueda tomarse, excepto dos. Su sangre puede secarse al sol para hacer con ella una salchicha. Sus huesos, hervidos en agua con ajos y pimientos, dan sabor a una sopa de cerdo. Su piel puede fundirse para preparar grasas. Todas sus carnes pueden cocinarse y comerse solas o en un pastel de cerdo, y todas las partes de su cabeza pueden cocinarse, si no es por dos, porque nunca ha llegado a mis oídos que los ojos del cerdo formaran parte de plato alguno….Así que yo digo que de todos los animales, el mejor amigo del hombre es el cerdo.”

El que se use hasta la última de sus partes, no impide que sea vilipendiado. Tal es así que su nombre se convierte en adjetivo para definir algunas de las más deleznables cualidades en varias partes del mundo. Las personas sucias no pueden ser sino guarras, cochinas o marranas, y su casa no es otra cosa que una pocilga, chiquera o zahúrda. Cualquier mala faena es una guarrada (cochinada) y quien la hace, un cerdo. Quienes comen sin educación son gochos o puercos. Cuando nos queremos defender de alguien que nos quiere embaucar, decimos que no nos crean tan marranos; y los billaristas utilizan el término “marranear” para referirse a  alguien a quien se  le puede ganar la partida fácilmente.

De las anteriores despectivas palabras, llevemos a nuestro animal a otros campos, por ejemplo, de cierta manera tiene representación en la mitología griega: Cuando Adonis, el mito griego de la belleza más perfecta, fue muerto por un jabalí, pariente del cerdo y en este caso una representación de la fealdad. También este animal tiene representación en la milenaria cultura china ya que hace parte del calendario chino en donde a las personas que nacen en el “año del cerdo” se le atribuyen  cualidades como ser unas muy buenas personas, las más honestas y bastante tranquilas.  Gracias a  Cristóbal Colón (y no colon) este animal fue traído a América, esto a petición de la Reina Isabel La Católica. No la podemos culpar a ella de los presentes problemas cinco siglos después.

Dentro de la cultura no se puede dejar de mencionar el clásico cuento de Los Tres Cerditos: Tres cerditos hacen sus casas, pero para tardar menos y jugar más los dos primeros las hacen de paja y madera respectivamente, mientras el otro se esfuerza más y la hace de ladrillo; luego a la hora de defenderse del lobo ya sabemos las consecuencias; un original cuento que nos enseña la importancia del  trabajo planificado  y bien hecho.

Quizá uno de los más famosos cerdos  es Porky. Se trata de una de las superestrellas de los dibujos animados, que debutó en el lejano 1941 junto al conejo Bugs Bunny. Desde entonces, su indescifrable tartamudeo ha acompañado y divertido la niñez de varias generaciones. Al igual que la famosa cerdita Miss Peggy, quien junto a la Rana Rene han enseñado  y entretenido a muchos niños con sus ocurrencias.

Uno de los más publicitados es “Babe, el cerdito valiente”; Una película que cuenta la historia de un cerdo que no está contento con su destino, pues no quiere servir únicamente para hacer chicharrones, y decide rebelarse contra  ello; este trastorno de personalidad no será bien recibido en la granja donde vive lo que  provoca una serie de celos y tensiones entre los demás animales; según sus productores "la película habla de los prejuicios que existen en una granja en que cada animal tiene su lugar predeterminado. Entonces aparece un cerdo que trata a las ovejas y a los demás animales como iguales.” Podríamos decir un cambio para bien.

Caso contrario sucede en  la  novela satírica “Rebelión en la granja” (Animal Farm) del inglés George Orwell  donde una granja es tomada por un grupo de animales, los cuales expulsan a los humanos y crean un sistema de gobierno propio que acaba convirtiéndose en una tiranía brutal dirigida por los cerdos, al mando de  un cochino líder llamado Napoleón, el cual personifica todo lo que de malo y cruel tiene el hombre; como quien dice los tiranos y dictadores son unos cerdos.(Recomiendo el libro)

Otro escritor inglés William Golding escribió la alegoría infantil” El Señor de las Moscas” para ilustrar el juego peligroso de la lucha por la supervivencia entre dos grupos de niños rivales: Los civilizados y los salvajes  quienes bajo el símbolo de la máscara  del “Señor de las Moscas” una careta de cerdo y cabeza de jabalí, clavada en un palo, cubierta de moscas que acuden a libar en la sangre, instaura el principio de la crueldad, ¿Que se puede esperar de un régimen cuyo insignia es la cabeza de un cerdo sanguinolenta  y llena de moscas?, El español Pío Baroja lo sentenció así: El hombre: un milímetro por encima del mono cuando no un centímetro por debajo del cerdo.”

Como se habrán podido dar cuenta el cerdo, no sólo ha estado  en  nuestra mesa, sino que también ha hecho presencia en otros espacios de nuestra vida. Para concluir esta frase de John Stuart Mill: “Vale más ser un hombre insatisfecho que un cerdo satisfecho.”,  de mi parte espero salir “pulcro” de este “cochino” discurso para ir a buscar un chicharrón y ver qué pasa.

John Montilla:
Esp. Procesos lecto-escritores

Homenaje escolar a la obra de Gabriel García Márquez

Por: John Montilla

La sentida partida de nuestro más insigne escritor Gabriel García Márquez, nos trae a la memoria el gran homenaje que la Institución Educativa Pio XII en el año 2012, con motivo de la celebración de su aniversario  número 55   rindió  a la  literatura colombiana con la representación creativa, mágica y festiva de algunas de las más ilustres  obras de las letras colombianas.

En esa insigne fecha conmemorativa   se hizo énfasis  en las novelas de Gabriel García Márquez, pero de manera especial se tomó la obra maestra “Cien años de soledad” de nuestro Premio Nobel como eje central de la celebración.

Para tal efecto  la comunidad educativa de la Institución Educativa Pío XII echó mano de todo el contenido mítico, realidad, espiritualidad, festividad, ambiente social y  cultural del fantástico Macondo descrito allí; y echamos a volar nuestra imaginación para recrear algunos de los pasajes más sobresalientes de la obra cumbre del Nobel  y de esa labor resultó el que en su momento se denominó: El gran desfile multicolor del realismo mágico.

Del fruto de ese trabajo creativo se presentaron cuadros muy representativos de la novela  “Cien años de Soledad”; como el de las mariposas amarillas, Melquiades el gitano paseando un gigantesco imán en Macondo, la violencia partidista, la llegada del tren a Macondo, las fiestas de  Macondo, la peste del olvido, la masacre de las bananeras, los diecisiete Aurelianos hijos del Coronel Aureliano Buendía, y muchos otros cuadros de otras obras de nuestro genial escritor.

En está ocasión mi motivación al presentar estos recuerdos tiene como propósito subrayar que siempre hemos enseñado y dado a conocer  la obra del gran maestro y lo seguiremos haciendo  para que su legado  perdure para siempre.

Finalmente hago mías estas palabras al decir: “… No voy a hablar de esta novela y no voy a intentar resumirla, pues me gusta demasiado como para comentarla en apenas unas líneas. Solo querría rogar a los que no la hayan leído que la lean sin demora. Yo he pasado … días sin apartar realmente mi pensamiento de sus páginas, metiendo de vez en cuando la cabeza para ver los lugares y las caras de los que vivían allí, como contemplamos en silencio las huellas y escuchamos en nuestro corazón las voces de las personas a las que queremos”. (Natalia Ginzburg . Abril de 1969)









John Montilla (Texto y fotografías )
Esp. En Procesos lecto-escritores