Por. John Montilla
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Herencia: Autor: Jonathan Cadavid |
“… a muchos hombres se les lleva la cuenta por simple cálculo,
según lo que informan los capataces, ...
indios que trabajan hace seis años, y aparecen debiendo aún el
mañoco del primer mes; niños que heredan deudas enormes, procedentes del padre
que les mataron, de la madre que les forzaron, hasta de las hermanas que les
violaron, y que no cubrirán en toda su vida porque cuando conozcan la pubertad,
los solos gastos de su niñez les darán medio siglo de esclavitud” José Eustasio
Rivera (La Vorágine)
De estas líneas fue de donde el artista plástico
Jonathan Cadavid echó mano para plasmar su reciente obra pictórica, en el marco
de la conmemoración del centenario de La Vorágine. Un hermoso concierto de
música ancestral fue el fondo que acompañaba los pincelazos de Cadavid en el
centro de la ciudad a un costado de la plaza principal de Mocoa. Alguien le
pregunta por el título de la obra, él voltea a ver a su interlocutor y de
manera cortes responde: “Herencia” y luego prosigue concentrado en su trabajo
artístico, sorprende verlo pintar con la luz tenue de la noche, después me
asegura que él ya tiene dibujado el cuadro en su memoria.
Jonathan
Cadavid es un artista paisa que vino hace unos años a realizar el monumento del
“Soldado caído” en Puerto Leguizamo y como muchos otros se enamoró de estas
tierras del sur. Dicha escultura según sus propias palabras: “Tiene tres estados de un héroe: el que muere luchando, el que
aun herido, sigue su lucha hasta el final y el otro, que es el que llega
victorioso a levantar la bandera como vencedor”. En los cuadros de la guerra casi siempre junto
con la gloria están los elementos del dolor y la muerte.
En lo poco que sé de la obra de Cadavid, me atrevo a anotar
que siempre busca generar un impacto a la vista y al espíritu del observador,
en cierta forma esto se pudo constatar entre algunos de los testigos que lo
veían pintar. Todos sintieron la opresión que despierta la “terrible imagen” de
la tortura del látex que sufrieron nuestros pueblos nativos durante la fiebre
del caucho. Él me dice que incluso escucho decir que el cuadro era “feo” y en
el fondo quizá haya mucho de razón en ello; la realidad es una cosa dura de
digerir, algunos prefieren esconderla, pero el arte se hizo para mostrarla en
todas sus facetas. Oscar Wilde, en el
retrato de Dorian Gray sentencia: “Ningún artista es morboso. El artista está
capacitado para expresarlo todo.”
Reitero desde mi óptica que Cadavid, va más allá de la simple
estética de la pintura para tocar fibras de la existencia, por eso al abordar temáticas como la vejez, nadie dejaría
de estremecerse si le dejaran ver hoy un retrato suyo de un futuro decrepito
anciano; o la carne al descubierto porque somos carne, y recientemente un tema
como el fuego, siempre van a producir un impacto en el observador. En una de sus obras se atrevió a meterle
candela a una mítica Ceiba que miles de viajeros han visto en las riberas del
Río Putumayo. Cadavid cuenta que alguien le dijo “que no pondría ese cuadro en
su sala”. Yo me atrevo a conjeturar sobre la futura pared en la que irá a
colgarse su “Herencia” y él responde “no te imaginas las salas a las que han
ido a parar mis cuadros de la serie de “somos carne”.”
Dice que el tema de “Herencia” le tomó al menos un
par de meses, mientras investigaba, veía videos y fotografías de pueblos
indígenas, observaba posturas de las personas, y creaba la composición de la
obra. Cuenta que le costó un poco darle forma a la idea de representar al látex
líquido escurriendo sobre el cuerpo de una persona
y subraya que lo más difícil para él fue hallar el
tono preciso del ambiente gris o verde lúgubre, triste, pero con un tenue rayo
de vida en pleno anegado suplicio en el que iban a estar los personajes; por
fortuna para él, unas imágenes de pinturas y películas de los inviernos y
neblinas rusas le ayudaron a encontrar lo que buscaba y con la suma de esos
elementos procedió a darle forma a la obra.
En aquella mágica noche de culto a la obra de
Rivera, mientras pintaba en vivo, le llegaron palabras de promesa de que su
obra haría el viaje inverso al que hizo Arturo Cova, personaje principal de La
Vorágine quien huyendo de Bogotá fue a parar a la selva, y la pintura de
Cadavid de la Amazonía iría a la capital.
El artista me confiesa que le gustaría conservarla por un largo tiempo.
En el libro, el personaje Clemente Silva buscaba conservar, aunque sea los
huesos de su hijo perdido, así que no tiene nada de raro que Cadavid, creador
de “somos carne” intente conservar su obra, aunque pronostica que va a ser un
asunto difícil; que quizás su cuadro no regrese de la selva de cemento.
“Herencia” es un fruto nacido de la conmemoración
del centenario de La Vorágine que de alguna manera rinde tributo al paso de don
Clemente Silva por Mocoa y por supuesto, también del deambular de Cadavid por
estas tierras y esto quedara en la memoria de la ciudad.
Y, ante todo, “Herencia” es la deuda impagable de
nuestros pueblos ante el amo esclavizador, y el “olvido” es la deuda que el
estado les debe a ellos.
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Obra: Herencia-Fragmento (J. Cadavid) |
John Montilla: Texto y fotografía (13-IV-2024)
Relatos en mi camino
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