“Los palos y las piedras pueden romper nuestros huesos,
pero las palabras pueden romper corazones.”
Robert Fulghum
Hace muchos años sin querer le
pegué una pedrada a alguien a quien conozco, nunca he podido olvidar el mal recuerdo,
y como no se lo puedo decir al agredido, porque quizá no lo comprendería,
tampoco creo que él lo recuerde, entonces voy a expiar mi culpa contándole al
mundo el pequeño suceso de antaño. No sin antes hacer un breve recuento del
posible origen del episodio.
¿A quién no le ha gustado
jugar con piedras? De niños solíamos ir al río que nos quedaba cerca, y
escogíamos piedras planas y jugábamos a hacerlas rebotar contra el agua. La
clave estaba en tirar la piedra con fuerza a ras del agua para formar
“ranitas”. El gusto del juego consistía en lograr la mayor cantidad de rebotes.
Otras veces jugábamos a
elaborar estructuras de piedra; la idea era poder lograr la mayor altura
posible al irlas apilando una sobre otra. –Hoy es una moda dañina para el medio
ambiente, porque se altera de manera imperceptible los ecosistemas- En aquellos
tiempos no lo sabíamos. Lo cierto es que
después de formar las estructuras, pasábamos a derribarlas a pedradas desde una
distancia prudente.
Y no se puede dejar de
mencionar el clásico juego de jugar a quebrar botellas de vidrio. Cuanta
botella encontrábamos la poníamos en algún sitio visible, y luego corra a tirar
piedras; punto para quien la rompa de primero. Cuando no eran botellas,
poníamos alguna lata, o tarro o lo que fuera. El propósito de esas travesuras
era demostrar quien tenía la mejor puntería.
En este punto recuerdo que cuando jugábamos a apuntarle y derribar algo a
pedradas si alguien fallaba, se solía mencionar la frase: "Hay que
mandarlo a comprar puntería donde el Mayor Clavijo." Nunca supe el origen
de la expresión, ni tampoco supe quién fue y donde vivía el Mayor Clavijo. Siempre
pensé que lo de mayor, era porque quizá era un anciano de quien se hablaba;
hasta que no hace mucho alguien me contó un fragmento de la historia del señor:
“El Mayor Clavijo, fue un
oficial del Batallón Agustín Codazzi, acantonado en Mocoa, se había graduado en
la Escuela de Ingenieros, y luego de su retiro se instaló en esta localidad, y
al parecer montó un almacén donde se podía conseguir cualquier cosa que se
necesitara.” Un amigo me aseguró : “La frase era porque el viejo vendía de
todo, incluso hasta puntería.”
La prueba de que quizá jamás
pasé a comprar por la tienda del Mayor Clavijo, me remite al inicio de esta
historia, pues de haber tenido buena puntería nunca le hubiera roto la cabeza a
un amigo de una pedrada.
El caso, si la memoria no me
traiciona sucedió así: Una remota tarde vi que un chico estaba intentando
quebrar unas botellas sólo, y entonces decidí sin que él se diera cuenta y
desde una distancia más lejana, intentar ganarle. pero con tan mala suerte para
él que estaba dándome las espaldas, que no se percató de mi presencia. Con el
sigilo del caso, tome una piedra de tamaño mediano entre mis manos, con la mirada puesta en el objetivo, esperé el
momento preciso, y luego en un movimiento rápido la lancé y la bendita piedra
salió disparada con una precisión matemática sobre su cabeza, creo que le atiné
en la coronilla, alcance a mirar que el chico se fue hacía adelante, casi se
cae de bruces, y al instante alcance a escuchar el grito y luego el llanto y
los lamentos del desdichado.
Pero no me quedé ahí para ver
en que paraba el asunto, pues el muchacho armó tremendo alboroto y la gente se alertó, pero yo ya me había
escabullido de allí, antes de que llegara alguien a reclamarme el daño, me
jugaba un castigo en casa , como pude y a escondidas por cuanto recoveco encontré
llegué a casa de manera sigilosa y ante el tremendo complejo de culpa y del
revuelo que se armó en la vecindad, corrí a meterme debajo de la cama junto con
unas revistas para disimular por si me encontraban allí escondido.- De niño
tenía la costumbre de ponerme a leer donde nadie me molestara- Expectante
permanecí varios minutos, escuchando a los de mi casa que decían, que, al hijo
de tal, le rompieron la cabeza de una pedrada, que había sangrado mucho y que
tenía tremendo chichón y que no sabían quien era el culpable.
Ignoro cuanto tiempo estuve allí agazapado, sólo sé que nunca olvidé ese lamentable suceso; aún hoy me suena el golpe como si le hubiera atinado a una lata, y tantos años después, recién asomo mi rostro de debajo de la cama y ya no sacó las amarillentas páginas de mis viejas revistas, sino una hoja electrónica de un documento “word” para confesar mi culpa; y aunque sé que la persona victima de mi imprudencia infantil, jamás leerá estas líneas, de corazón le pido me perdone por el dolor y lágrimas de aquella, ya lejana y desatinada tarde.
John Montilla. Texto y fotomontaje. Imágenes tomadas de internet.
(21N- 2019)
jmontideas.blogspot.com
jmontideas.blogspot.com
John your story is funny and remembered me a similar one which happened to me but i was the victime adn as you say who's never trown a 👍
ResponderEliminarrock?
�������� Ya me imagino el chichón ������.
ResponderEliminarCreo que yo si le compré al Mayor Clavijo "mucha puntería" casi siempre daba en el objetivo�� En ocasiones, mientras el sujeto se desplazaba a colocar la botella en el lugar de Tiro; yo se la estallaba en las manos �� El pela'o se enojaba ������ quedaba solo con el "coto" en la mano������.
Una vez hace muchos años ya, subíamos con el primo Homero dónde los abuelos a recoger la leche; en el camino nos peleamos, agarré unas piedras mientras el corría, apunté para descalabrarlo pero el muy ágilmente se movió en zig zag e hizo que fuera imposible atinarle, solo logré darle a la botella que llevaba en el bolso������ Inmediátamente se devolvió muy pero muy furioso y pasó por mi lado al trote de regreso a casa a avisarle a su mamá,su bolso apenas sonaba dizque "Clink Clink Clink" ������ me quedé solo en la loma hasta muy tarde riéndome de aquel sonido del bolsito "Clink-Clink-Clink"������ Ese día muy asustado casi no llego a su casa a dormir������me tocó esperar a que oscureciera para ver si dándoles tiempo olvidaban el asunto;mi estrategia militar dió el resultado esperado������ no me dijeron nada esa noche, sólo hasta el día siguiente doña Rosa me preguntó el motivo por el cual los habíamos dejado sin leche aquel fatídico día ������ pues nadie quiso subir más por aquel preciado líquido����... Quizás en el camino se encontraban con otra pedrada disparada por algún loco que habitaba en medio del bosque������
Me tocó contarle el suceso a doña Rosita quién mirándome fijamente a los ojos, solo se reía,no sé enojó,ni siquiera me regañó,el primo ya me había perdonado, y también reía mucho. Fué así como logramos vivir muy felices ������
Hasta el otro día que subimos nuevamente por la leche y la abuelita muy inocente y preocupada indagó el motivo por el cual no habíamos subido el día anterior, a lo cual el primo le contó todo el terrible secreto de la botella de vidrio que los había acompañado por generaciones y ya no estaría más con nosotros ������...
ELLA SI ME REGAÑÓ ��