lunes, 29 de diciembre de 2025

LA VENTANA MÁGICA

 Por: John Montilla

Hace muchos años, a la salida de la escuela, vi en una esquina a un montón de chiquillos apretujados y extasiados frente a la ventana lateral de una casa. La curiosidad me llevó hasta allí y, a empujones, me abrí paso para tratar de enterarme de lo que pasaba.

Y entonces, por primera vez en la vida, la cosa más sorprendente y mágica apareció ante mis ojos. Había una especie de caja brillante, sostenida por unas patas de madera, y dentro de ella las imágenes cobraban vida. Me quedé sorprendido, callado, al igual que el resto de muchachos que, a codazos silenciosos, trataban de acomodarse lo mejor posible para tener la mejor vista, sin romper el hechizo que nos tenía cautivados. Ese día descubrí la televisión.

Mi mente de niño no alcanzaba en ese instante a digerir algo de lo que nunca me habían contado. Se me quedó grabada para siempre esa primera escena de una película de vaqueros: una diligencia con sus caballos al galope, desbocados, iba sin control entre unos riscos y, de repente, un personaje enmascarado, trepado en un árbol, saltó sobre ella justo cuando pasó por debajo. Como pudo cayó sobre el techo del carruaje, con gran riesgo se acomodó en el pescante, agarró las riendas de las bestias descontroladas y finalmente salvó a los pasajeros. Un héroe. Desde entonces amé al Llanero Solitario.

Por supuesto, en los días siguientes uno esperaba con ansias la salida de la escuela para ir a colgarse de la ventana mágica. La puja por conseguir un lugar entre tanta competencia era feroz. Aún hoy siento gratitud por los dueños, que nunca cerraron la ventana y nos permitían observar desde allí. Me pregunto cuántos de ustedes tuvieron que colgarse de una ventana para poder ver televisión.

Algunos tuvimos luego que pagar, comprar algo o hacer algún favor para que en otras casas nos dejaran ver televisión; y, por supuesto, quizás algunos recuerden con pesar que les cerraban las ventanas en las narices. De una publicación reciente, acompañada por una imagen muy similar a lo que acabo de describir, tomé estos fragmentos:

– “En la casa de don Jesús León veíamos tele por debajo de la puerta hace más de 50 años.”

– “Se pagaba veinte centavos o se compraba un helado por ver televisión.”

– “Nosotros no pagábamos nada, pero cuando ya no querían que viéramos más, nos apagaban el televisor.”

– “Me tocaba lavar las cocheras del vecino apenas tenía 7 años.”

– “Me tocaba pagar 10 centavos y si me salía, me tocaba volver a pagar.”

Hace unos pocos años, un primero de enero, un buen amigo fue a buscarme a la casa para invitarme a tomar una cerveza. Fuimos a parar a la tienda que queda frente a la escuela donde estudié mi primaria. Entonces recordé esta historia, le pedí que me esperara un momento y fui a tomar la foto de la ventana mágica donde descubrí por primera vez la televisión. Me pareció que en ese espacio el tiempo se había detenido para siempre.

***

Tomada de Facebook


John Montilla (17-XII-2025)

Relatos de mis memorias

jmontideas.blogspot.com

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