Por. John Montilla
“¿Y qué es el
corazón de un pájaro comparado con el de un hombre?”
Oscar Wilde (El
Ruiseñor y la Rosa)
***
No fue la simple muerte del pajarito lo que me
conmovió, sino lo trágico de ella. Lejos estaba de imaginar que ese canto que
escuché varias mañanas encerraba un triste lamento. Les voy a narrar un pequeño
drama de la naturaleza.
La pareja de pájaros había decidido instalarse en
la terraza de mi casa, y a pesar de las molestias que en primera instancia vi;
ya que todos los días había que recoger la basura y desechos que dejaban en el
piso; decidí dejarlos que terminaran lo que habían comenzado: Estaban
construyendo un nido, y habían escogido un resquicio junto a uno de los
caballetes del tejado, su obra quedaba a la vista, pero segura porque quedaba
lejos del alcance de las manos.
Durante varias jornadas se los vio laborando en su construcción,
la prueba era los restos de lo que dejaban caer en el piso. Tiempo después de
terminada la obra se podía observar que estaban incubando un huevo y a los
pocos días se podía escuchar el canto de un polluelo que había nacido. Los
abnegados padres que se esforzaban en el cuidado de su cría, tenían como
recompensa un fuerte y bello polluelo. La fecha de abandonar el nido pronto
llegaría.
Pero lejos estábamos de sospechar que el nido que
sus padres habían construido con tanto esmero se había convertido en una trampa
para la inocente criatura. Una mañana vi al pajarito parado al borde del tejado
al pie del nido y me dije que pronto echaría su vuelo del adiós. Ya tenía buen tamaño y se lo veía grande y
robusto, pero me extrañaba que no diera ese paso definitivo, la presencia de
sus progenitores era ya esporádica, quizás su instinto les decía que ya habían
cumplido con su labor de padres. Ahora le tocaba al hijo salir a volar por el
mundo.
Y una mañana después de haber estado ausente de casa
todo el día anterior, me percaté que el pajarito colgaba muerto junto con su
nido. Sentí mucha pena al ver la funesta
escena, lamenté mi ausencia, pues quizás hubiera podido evitar el trágico
desenlace. Luego me puse en la tarea de averiguar la causa. Tomé una escalera
para bajar a la criatura y con asombro me di cuenta que el pajarito tenía
enredada una de sus patas con una cuerda que sus padres habían utilizado para
construir su nido.
Entonces llegué a la dolorosa conclusión que el
pajarito había estado todo ese tiempo atado a su casa. Siempre lo vi en la misma posición. Tuvo un
nido por cárcel. Nunca se me pasó por la mente que ese animalito estuviera
atrapado desde que nació. Varias veces lo vi y escuché cantar. Lejos estaba de
imaginar que era la agonía por su triste situación. Su vida fue una tortura que
se desarrolló a la vista de varios testigos.
¡Como lamenté no haberlo observado con mayor detalle! Me conmueve el pensar que al sentirse ya sólo
y apremiado por el hambre intentó en un vano esfuerzo liberarse de su prisión. Aunque
me consuela saber que al menos murió en el intento de luchar por su libertad.
Cuando pude bajar el nido y a la desdichada ave,
analice con más detalle la triste escena, y me di cuenta que el pobre pajarito
jamás hubiera podido zafarse; una de sus patas estaba completamente anudada a una
fuerte cuerda blanca de esa que se usa para elevar cometas, y que paradójicamente
aquí evitó el vuelo de un pájaro. Con
pesar vi que los pájaros padres habían utilizado aparte de ramitas, pajas y
hojas, una diversa cantidad de materiales peligrosos para ellos: había variedad
de cuerdas, distintas fibras, hilos, lana, mota de ropa, fragmentos de nylon, e
incluso varios pedazos de alambre de cobre. Toda una trampa. Ese nido era una prueba de lo
que genera la contaminación en la fauna. El pajarito pagó con su vida en un “nido por
cárcel” una condena que nunca mereció padecer.
John Montilla: Texto e imágenes
jmontideas.blogspot.com
2022
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