martes, 9 de junio de 2020

EL ESTUDIANTE QUE YO EXTRAÑO


Por. John Montilla


El estudiante que yo extraño en esta cuarentena no es muy obediente que digamos, por lo general no le hace caso casi a nadie.  En clase tiene el celular activo en la mesa en medio del cuaderno de turno para estar chateando, o lo guarda en su  pupitre o bolsillo, pero esta conectado a sus auriculares que oculta con sus cabellos, o con buzos con capuchas, los cuales no se saca, así esté haciendo calor, porque prefiere escuchar música, al discurso del profesor. No suelta su aparato ni para ir al baño. Si no asiste a clases,  al día siguiente no llega con la tarea porque no tenía el material para hacerla. Envía cientos de mensajes, se toma decenas de selfies al día, tienen grupo de whatsapp del curso y permanece conectado a  facebook y otras redes sociales, y  maneja varias aplicaciones, pero casi nunca comparte la foto de una actividad asignada. Y si uno le pregunta, dice que nadie ayuda, que el día que él no asistió, le dijeron que el profe no dejó tarea, y por eso nadie le envió la foto de la jornada. Y entonces te pregunta:¿ Y ahora que hago, profe?

El estudiante que yo extraño se vuela de la clase de informática porque cree saber más que el profesor. No entiende matemáticas pero presenta  la tarea porque se la copió el lunes a la primera hora al pilo de la clase.  No hace la tarea de español pero la copia y  cuando le califican hasta puede sacar más nota, y si no la obtiene, se da sus mañas para reclamar porque cree merecer más. No lee los  textos de Sociales y  a la hora de la evaluación como no sabe que responder , en el espacio de las respuestas se pone a a escribir trozos de canciones con la esperanza de que el profesor vea el “bulto” y no el contenido. Le cuesta aprenderse el verbo “to be” y cada año toca repetirle la explicación. Detesta los verbos irregulares y al “teacher” que los lleva a clase. Asiste a la clase de Educación Física con el celular en  la sudadera,  y mientras corre va con su mano apretando su bolsillo.  

El estudiante que yo extraño  no se lee un texto de tres páginas fotocopiadas porque le parecen muy largas, mucho menos se lee un texto literario original, prefiere una versión resumida y si está no le convence, busca en google un resumen con análisis incluido en el “rincón del vago”, e imprime sin siquiera eliminar las direcciones de los enlaces, y si un amigo le pide prestado, se lo enviara por correo , con la única condición de que cambie el tamaño , el tipo de letra y el color y que ponga, al menos una imagen diferente. Algunos ni siquiera eso hacen. Otros simplemente piden prestado y sacan fotocopia para presentar, unicamente cambian la portada, entregan y se van tranquilos con alma inocente, esperando que alguna ingenuidad del profesor les haga llegar  un buen resultado.

El estudiante que yo extraño  pide permiso para ir al baño y se vuela de un carrerón para la cafetería y regresa con dos empanadas en los bolsillos. Desayuna salchichapas con gaseosa, y si por desgracia se tropieza con alguno y se le cae la comida, jamas recogerá el desorden. Se sienta con sus amigos en cualquier parte a comer y chatear. Agarra con una mano  la empanada  y con la otra el celular. Nunca verá la  cesta de basura que estaba a menos de un metro de donde se sentó.

El estudiante que yo extraño cuando hace aseo barre todo lo que encuentra en el piso, no importa que hayan colores, lapiceros, tijeras u otros elementos.  Él no se agachara por eso. Recoge la basura gruesa y el polvo que no puede echar en el recogedor lo esparce de un escobazo por los aires. Hace tremendo ruido moviendo pupitres, no le gusta alzar las sillas en la mesa. Al mediodía está que se marcha corriendo para su casa.

El estudiante que yo extraño se levanta de su silla para ir a arrojar un papel a la cesta de la basura justo cuando el profesor está explicando. No escribe los apuntes, pero le toma varias fotografías al tablero. Su celular está lleno de imágenes académicas que nunca usara. Pero eso sí escribe cosas en papelitos y los pone a rotar en medio de la clase.  Se toma de manera disimulada en plena clase una gaseosa pequeña entre cinco o más compañeros, pero si la derrama  en el salón y nadie le reclama por ello nunca usara el trapero.para secar.

El estudiante que yo extraño comparte limón con sal echándole  en las manos a sus compañeros y guardándose el tarrito en el bolsillo del pantalón o de la falda. Come semillas de girasol y deja desperdigados por el piso o dentro del pupitre las cascarillas y   los restos. Su pupitre parece la jaula de  un canario que ha comido  alpiste. Pero, eso sí le encantan los animales, por eso no dudará en meter a clase a cuanto perro se asome al salón. Sufre cuando un pájaro extraviado se mete al aula  y no encuentra la salida y celebra la entrada de un insecto cuyo temor desbarata una clase.



El estudiante que yo extraño no porta el uniforme de manera adecuada, a veces no lleva puesto  medias o le falta la correa, y cuando le exigen conseguirla, corre a otro salón a pedirla prestada a alguno de sus amigos. Si llueve, parece que no le afectara, y camina tranquilo bajo la lluvia, sus pisadas son indiferentes de que haya charcos o lodo, y llega al salón arrastrando los zapatos. Las huellas de sus paso van quedando en los corredores.  pero si en clase cae una leve  brisa, dirá que se está mojando y que tiene frío y si por desgracia hay una gotera dentro del salón pondrá su grito en el cielo porque según él está en peligro de ahogarse y entonces arrastra con ruido su pupitre hasta llegar a tierra firme, que queda justo al lado de su “compinche”de pilatunas.  


El estudiante que yo extraño no se sabe el nombre de sus profesores, por eso cuando sus padres llegan a averiguar por sus calificaciones no sabe como encontrarlos. Pero sí le tiene un apodo a cada uno, maneja códigos que sólo él entiende, y jamás delatara a un compañero en falta, porque tiene pactos tácitos de grupo,  donde nadie vio, ni sabe nada.
Pero ese estudiante que yo extraño, le ayuda de forma amable a cargar los libros a la profesora, y se preocupa cuando alguno de sus compañeros está enfermo. Te saluda de forma cordial en el pasillo, te da la mano cuando estás por entrar al salón y siempre habrá quien te brinde un abrazo de bienvenida. Ese estudiante que describo es el que a diario veo, ese es la razón de mi profesión. Podrá tener mil defectos y sus cosas, pero cuando va cerrando su ciclo y debe salir de la etapa del colegio. Te dice que te va a extrañar, y pide que lo perdones por todas las cosas malas que cree haber hecho.  A ese estudiante es al que tenemos que educar y  esta pandemia  nos ha obligado a verlos desde una pantalla, escucharlos por un celular o simplemente contactarlos por un aparato electrónico.

Extraña uno  ver esa sonrisa de satisfacción cuando le entregas a alguien una nota excelente ganada con esfuerzo y dedicación; igualmente hace falta ver ese rostro decepcionado de aquel que no logra el objetivo, pero que promete mejorar  y también la cara airada de aquel que llega a reclamar porque cree que merecía más, o simplemente ver la cara del resignado o el conformista, o todos los rostros del día a día. Por la venas del sistema no corre sangre, sólo impulsos eléctricos. El sistema no expresa ninguna emoción por los datos que voy registrando. A esto le falta vida, ¡Cómo no extrañar todas esas cosas!


John Montilla. Texto y fotografías.
10-VI-2020
jmontideas.blogspot.com


2 comentarios:

  1. Muy bien caracterizados. Pero con todo eso, hacen mucha falta. Está semana me enviaron una grabación explicándome su trabajo y me llenaba de alegría verlos, así sea en una pantalla.

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  2. Así es mi profe, todo esto y a todos se los extraña!!
    El día del estudiante chateamos y simulados que estábamos en el salón de clase... eso fue divertido, escriben algunos estudiantes " profe, ya extraño que me regañe", otra estudiante escribe," profe, me hace falta que me diga, ¡separase de su compañera!, etc..

    Eso fue una memoria de situaciones graciosas...

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