Por: John Montilla
Crónica de un niño común y
corriente, de buen desempeño escolar, amable y respetuoso con los demás;
poseedor de un carisma que le había hecho ganar muchos amigos propios de su
edad; y a quien de repente le cambió drásticamente la vida a raíz de una desgracia
familiar.
Por razones que desconozco,
este jovencito perdió la mitad idéntica de su vida; es decir, se le murió un
hermano gemelo y desde entonces su vida sufrió un giro de ciento ochenta
grados; y ese muchacho dejó de ser la persona sonriente y amigable que sus más
allegados conocían: La alegría desapareció de su rostro, entró en un encierro
tanto sicológico como físico, ya que se la pasaba encerrado en casa y sin
hablar con nadie. Dejó de salir a la calle con lo cual se alejó de sus buenas
amistades y se quedó sin su vida social. Pasó a un total estado de
ensimismamiento, hasta casi llegar a convertirse “en un objeto más de la casa”.
Según cuenta una de sus hermanas.
El único vestigio de su
existencia en su hogar, era que aún, escasamente le pedía la bendición a su
madre, pero con el pasar de los días este hábito de respeto, paulatinamente fue
desapareciendo, hasta que llegó un momento en que volvió a salir otra vez de
casa, y se lo empezó a ver junto a un par de jóvenes, de quienes en su barrio
no se tenían buenos comentarios, y a su familia les llegó el rumor de que no
eran una buena amistad por cuanto se decía de ellos que llevaban una vida
libertina y de consumo de drogas.
Luego su familia se dio
cuenta que lo iban perdiendo, ya que se volvió huraño y grosero; según cuenta
uno de sus familiares: “Con mi hermano ya no se podía; si le decíamos que se
aleje de esos muchachos, era perder el tiempo porque no nos hacía caso y además
reaccionaba de forma ofensiva”. Y desde entonces comenzó a llegar tarde a la
casa; ya que ahora salía todos los días temprano y llegaba muy entrada la
noche, y a veces llegaba, comía y volvía a salir. Todas estas circunstancias
hicieron que al final la relación con su familia cambiara de manera radical.
De un momento a otro se volvió
más agresivo y grosero en su trato. Cuenta una de sus hermanas: “A mí no me
podía ni ver, porque hasta mirarme le molestaba”. Es decir que su
comportamiento empeoró de forma muy visible. Ahora se hacía notar en la casa,
pero por sus gritos e insultos con los que siempre contestaba, ya que se había
vuelto muy rebelde y violento, hasta el grado que hacía llorar a su madre con
esta mala actitud. Ya que nunca estaba de buen humor; y en los días que se
notaba que había consumido drogas eran mucho peores para todos ellos, pues
intentaba agredir a la gente de la casa ya sea con palabras o de forma física.
Tristemente señala su hermana: “Pasó de ser un vegetal para convertirse en el
temor de la casa”.
Esta crítica situación
familiar pasó del plano personal al de desquitarse con las pertenencias; ya que
cuando se enojaba o no le prestaban atención, aparte de gritar e insultar
empezaba a desquitarse con las cosas. Me cuenta su hermana: “Cuando se molestaba
por algo conmigo y yo no estaba en casa, cogía mi armario, mi ropa y lo volvía
un desastre, en varias ocasiones llegué a casa y encontré mi ropa tirada por
todo el cuarto”. “Mis cosas personales hechas nada”. “La ropa mas nueva
pisoteada”. “Nunca podíamos dejar nada de dinero en casa, ya que siempre se
perdía lo poco que guardábamos”. “Y no podíamos ni atrevernos a mencionar que
había sido él porque se alborotaba y armaba tremendos escándalos”.
Para complicar aún más el
estado de las cosas; meses después consiguió una novia a quien luego llevó a su
casa. Así describe este capítulo la hermana: “Los primeros días la muchacha era
muy bien, ayudaba en algo en los quehaceres del hogar y era muy atenta, pero
luego al percatarse del caos familiar que reinaba dejó de colaborar”. Y
entonces al igual que el hijo descarriado sólo esperaban que los atendiera la
abnegada madre. Con el paso de los días la intrusa hasta insolente se volvió y
lo qué es más ninguno aportaba con los gastos de la casa; pero eso sí, la sin igual
pareja tenía la desfachatez de aguardar a ser atendidos por las mujeres que
bregaban por traer algo al hogar.
Por si algo más podía
faltar a este drama familiar, meses después apareció otra muchacha diciendo que
estaba embarazada y que el joven protagonista de este relato era el padre. Por
supuesto que él negó esa responsabilidad y lamentablemente cuando la niña
nació, a pesar de una prueba de sangre contundente que certificaba que él era
su progenitor, la criatura sufrió los desprecios de su padre. Dice uno de sus
familiares: “Nada valió para que la viera de manera diferente y con tanto
problema en el hogar nadie de la familia se atrevía a reconocerla como tal.” Ya
que, según ellos nunca tuvo un noviazgo formal con la madre de la bebé, hasta
el punto de decir que ni siquiera sabían que existía, sino hasta el día que se
presentó en la casa.
Este drama familiar ya iba
llegando a cuatro años largos de lamentables sucesos; incluida la víspera de
uno más de los cumpleaños de nuestro tristemente célebre personaje, quien llegó
esa noche como siempre de mal humor y con su vocabulario hiriente por delante.
Cosa a la que por desgracia su familia ya se estaba acostumbrando. Pero a la
mañana siguiente; día de su CUMPLEAÑOS; sucedió el milagro, cuenta su hermana:
“Al iniciar el día recuerdo que se levantó temprano y fue a saludar a mi mama a
la cama con un abrazo y un beso.” Un acto inesperado después de meses sin
ningún gesto de cariño con nadie en el hogar.
Luego el joven salió del
cuarto de su mamá y al rato regresó y se pusieron a conversar. Y de repente se
puso de rodillas ante su madre y le pidió que lo perdonara por todo su mal
comportamiento de los últimos años: “Le dijo que la quería mucho y que ella era
la persona más importante de su vida, que le prometía que desde ese día las
cosas cambiarían”. Continúa el relato su hermana: “Para mi mamá, como para
todos era increíble que él estuviese hablando en serio, pero cuando estaba
hablando con ella se miraba tan real su decisión que a todos nos tenía
completamente sorprendidos”.
Entonces para sorpresa de
su familia, el joven se desprendió de un bolso canguro que siempre solía llevar
consigo y en el que acostumbraba a llevar sus dosis de vicio. Le entrego ese
objeto a su mamá, y le pidió que lo echara al fuego como primera prueba de que
sus palabras eran totalmente sinceras.
Su desconcertada hermana
luego refiere: “Él nunca me demostraba aprecio y menos hablaba conmigo, pero
ese día me abrazó, me pidió perdón y me dio un beso en la frente y me dijo que
yo era un orgullo para él.” ella continúa la narración emocionada: “Él me habló
y me aconsejó, me dijo que no teníamos que guardar rencores y menos andar
peleando entre hermanos ya que eso le afectaba a nuestra madre más que a
cualquiera.”
Su hermana prosigue
narrando: “Me dijo que siguiera juiciosa estudiando que no hiciera lo que él
hizo, desperdiciar parte de su juventud en cosas tan dañinas como las que había
hecho; además ese mismo día fue y llamó a mi hermano mayor con el que no
hablaba desde que su hermano gemelo falleció, le pidió disculpas por todo
y le dijo que quería que viniera para hablar con él personalmente, ese
memorable día de su cumpleaños habló con todos los hermanos y a todos les dijo
lo mismo que me digo a mi.”
La dichosa hermana, muy
emocionada me sigue contando: “Mi mamá y yo no sabíamos que hacer; lo único que
hicimos fue ponernos a llorar de la alegría y darle gracias a Dios por todo lo
que estábamos presenciando.” El hermano e hijo que creían perdido había
decidido milagrosamente salir de su infierno para regresar al seno de su hogar.
Desde ese día nunca más se le volvió a ver con un bolso canguro, y al salir o
entrar de casa le da un beso a su madre e igualmente cuando se despide de la
hermana lo hace con un beso cariñoso.
Con respecto a la hija que
había tristemente despreciado; desde el momento de su cambio, había ido a
visitarla; y ahora la lleva a su casa, pasa los fines de semana con ella y
hasta la llevan a quedarse donde la familia. La hermana concluye: “Aquel que
era mi dolor frecuente, mi martirio, mi desilusión; se convirtió en mi mayor
orgullo después de mi madre. Él me demostró, que así como nada es para siempre;
detrás de todo problema y dificultad hay un Dios que espera a que las cosas
estén visiblemente irreversibles para demostrar que él existe.
En lo que a mí respecta;
puedo afirmar sin temor a equivocarme, que este milagro de la vida, es el mejor
auto regalo de cumpleaños del mundo del que haya tenido hasta ahora noticia: El
homenajeado trajo un sublime regalo para compartir con toda su familia.
John Montilla: Esp. Procesos lecto-escritores
Imágenes tomadas de internet
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