Por: John Montilla
¿Alguna vez
le ha dado la mano a usted un político
en campaña? … Esta fue la pregunta que
se me ocurrió hacerle a un reducido número de personas; debo resaltar que entre
las
respuestas que obtuve voy a
consignar las que me parecieron más significativas; la razón que me impulsó a
realizar esa pequeña encuesta fue el proveerme de opiniones para poder
relatar una anécdota que tengo guardada hace ratos.
Empiezo
anotando la respuesta de un amigo, que
por cierto es un gran pintor y de cuyas
artísticas manos salen con la ayuda de lápices,
pinturas y pinceles unos
hermosos paisajes, loros y
papagayos multicolores. Pues bien, este hombre del arte y cuyos dedos manchados
de múltiples tonos de color semejando un
arcoíris perdurable me dice: “Por ahora mis manos están vírgenes con respecto a ese
tema.” Es decir, nunca le ha dado la mano a un político; cosa que es casi muy
difícil de encontrar. Él asegura: “A veces ni me doy cuenta, quienes están en
campaña.” Luego afirma de manera categórica: “Nunca le he dado la mano a ningún
político, siempre voto en blanco.”
Pero
algunos no podemos evitar enterarnos de que hay campañas políticas y en determinados momentos nos vemos
presionados o empujados por diversas circunstancias necesariamente a “ser saludados” por un político en campaña; y es aquí donde yo quisiera
aconsejar a ellos que no le den la mano
a todo el mundo; pues les puede pasar lo mismo que le pasó a uno de estos
personajes en una de esas repetidos esfuerzos para conseguir el favor de los
votantes. He aquí la historia:
El
pleno furor de una campaña electoral venía un candidato saludando de manera
afable y cordial a todos los transeúntes de un sector popular. El personaje iba de acera en acera y
de puerta en puerta, saludando a cuanta
persona encontraba a su paso. Pues bien yo me encontraba junto a un par de
conocidos, uno de ellos estaba agachado
tratando de encontrarle una falla a su motocicleta, cuando se percató de que
venía el candidato. El hombre al verlo dijo por lo bajo: “Ya viene un … ¡&*%/8””+%! … de esos.”
Y acto seguido, sin que pudiéramos
evitarlo, justo cuando el personaje se aproximaba y ante el asombro de nosotros
dos, de manera disimulada se escupió
rabiosamente en las manos, se untó
a propósito grasa de la cadena de la moto y luego procedió
a asentar las manos contra el polvo de la calle sin pavimentar y
por último se las froto suavemente y con deleite. El hombre fingiendo revisar una llanta de la motocicleta
espero de la manera más seria posible la llegada de su “victima” que ajeno a la situación se acerco a saludarnos
cordialmente. Cuando le tocó el turno al
bromista, este le dio al candidato un
firme y cálido apretón de manos y una cariñosa palmada en la espalda mientras
le aseguraba que él era el único
candidato por quien valía la pena votar.
Ya
podrá el lector imaginarse el resultado de esa grosera acción cuando el personaje desapareció en la esquina
más próxima. La señal más elocuente del
resultado de ello fueron las carcajadas que dejaron a un segundo plano las
palabras.
¿Qué motivó este inusual episodio? Ustedes tendrán sus respuestas; por
lo pronto anoto algunas que me suministraron. Alguien apunta: “Los políticos
son unos interesados, que sólo se acuerdan
de uno en elecciones y somos ciudadanos
y nos utilizan para llegar al poder y luego no cumplen con sus promesas.” Otra
persona expresa: “Ellos se comportan bien con uno en campaña, pero luego si en la calle te los encuentras ni siquiera
te miran.”
Afortunadamente
alguien deja un aliento de esperanza al decir que: “No todos son malos porque hay excelentes políticos, pero que es una lástima que a esos buenos el pueblo
no los escucha, y son tan poquitos que
los puedes contar con los dedos de una
sola mano.”
John Montilla
Esp. Procesos lecto-escritores
(Imágenes internet)
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