Por: John Montilla
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A.T |
La
volví a ver una tarde después de tanto tiempo,
Las
ramas de unos árboles nos abrazaban.
La
sombra de otros tiempos nos arropaba.
Varias
hojas del calendario habían caído.
Le
dije que aún la recordaba.
Que
conservaba en mi mente la musicalidad de su risa, y su manera de llenar el
espacio con su luz.
Que
aún tenía conmigo los silencios obligados
y
las preguntas que nunca hice.
Qué
aún extrañaba instantes que nunca fueron,
y
que, a solas, terminaba las conversaciones que quedaron a medias o que nunca
iniciaron.
Que
recordaba su cabellera cuando caminaba entre una multitud.
Que
divagaba con la letra de la canción que nunca me cantó.
Que
a veces, en sueños creaba una melodía, que al despertar olvidaba.
Que
no pude escuchar los sones de su guitarra que alguna vez me prometió.
Que
me encantaba recordar el aroma de un café compartido.
Que
me alegraba recordar las veces que se colgaba de mi brazo y caminaba junto a
mí.
Tan
cerca y tan distante.
Una
luna llena al alcance de una mano soñadora.
Eso
y otras cosas más,
Le
expresé con la sinceridad de un niño lo que nunca me atreví a decir antes.
Le
mencioné que aún guardaba poemas que nunca declamé.
Que
había un muro invisible entre nosotros.
Que
quizás en otro tiempo,
en
otro lugar,
habrían
florecido tantas palabras.
Quizás
le hubiera declarado entonces lo que ahora le dije:
Que
siempre la quise,
Que
nunca dejé de hacerlo.
Ella
me miró a los ojos
y
simplemente respondió:
“Yo
también.”
***
John
Montilla (3-II-2025)
Divagaciones.
Imagen:
Leonardo AI generated.
jmontideas.blogspot.com