domingo, 2 de abril de 2023

OTRA VICTIMA

Por. John Montilla


La otra víctima de la tragedia de Mocoa, es el río.  Lo digo en singular, pero refiero a todas esas aguas que por años han bañado a nuestro pueblo. Ahora le llaman monstruo, pero es una víctima más. Durante tiempos inmemoriables ha nacido en el verde lecho de los bosques bajo el cobijo de nubes grises y echado a correr cual niño alegre hacía abajo. Un infante que se aleja de las faldas de su madre la montaña. Una madre que no le corta su cordón umbilical, sino que lo estira en la lejanía hasta el encuentro con los mares.

Nosotros usurpamos su territorio, lo arrinconamos con muros, ladrillos, maderos y cuanto material se pueda. Él se recoge cual animal herido, pero no muerto, y de repente da un coletazo vital y para nuestra desgracia se llena de energía y recobra la memoria de su cauce y nos enseña que no es un simple juguete elástico que se estira y se encoje, sino que es una gran y bella serpiente azul durmiendo y que con las grandes lluvias que se escurren de las esponjas de los bosques, se nutre, se crece, se retuerce y se enfurece. Y entonces arrasa cuanto encuentre a su paso. Vuelve a recorrer sus terrenos ancestrales, pero ese recorrido otrora lleno de árboles está lleno de cemento, ladrillos, latas, tejados, paredes, armarios, mesas, sillas, neveras, cachivaches, ropa, juguetes y lamentablemente también muchas personas.  

El terrible recuerdo de las memorias de sus pasos antiguos, nos deja lágrimas, destrozos, huérfanos, dolor y tristeza.  Y entonces todos los dedos acusadores apuntan hacia él, como la gran bestia que hay que domar; y entonces lo queremos atrapar en jaulas de hierro y cemento. Monstruos metálicos amarillos y ruidosos se envían a su lecho. Hieren con palas mecánicas su estropeado cuerpo, se le extirpan su rocas, arena, piedras y barreras naturales, en un vano intento por moldear en líneas antinaturales su sinuoso cuerpo.

Fotografía: Mao Fajardo


Pretenden enjaularlo en un guacal hecho con alambres, piedras y cemento. Pero el se resiste, de cuando en cuando; se retuerce, y desajusta las trampas.  Es como un dinosaurio despierto en una jaula construida con palillos; un King Kong atado con cadenas de papel que se despierta de su letargo inducido con pócimas caras e inútiles. Un Godzilla acorralado con meras promesas y encandilado con pajaritos pintados en el aire. Pero no es un monstruo como aquellos, es una víctima más que reclama su espacio, una víctima más que reclama los árboles de cachimbo, chíparo y tantos otros ya perdidos; una víctima más que reclama esos frutos exóticos de antaño: churimbas, pomarosas y guayabas que solían encontrarse en sus orillas. Una víctima más que ya no volvió a tener peces. Una víctima más que reclama garzas, martines pescadores, renacuajos y caracoles.

Ese río no es un monstruo, es un ser indefenso, es como un milenario anciano que se está volviendo niño. Un viejo que vuelve sobre sus pasos. Un “Benjamín Button” decreciendo, pero que se resiste a desaparecer. Y por eso a ratos vuelve a crecer y entonces se baña el rostro con aguas turbias. Un ser de otros tiempos que lava con sus aguas su propio lecho e intenta quitarse de encima los pañales que le hemos llenado de inmundicia en décadas de indiferencia y abandono.  

A esta victima desamparada hay que mirarla con otros ojos y también hay que tenderle una mano amiga.

***

Fotografía: Mao Fajardo


John Montilla: Texto y fotografía de portada (1-III- 2023)

Crónicas de Mocoa

Imagen de portada: Tomada en una intervención artística hecha sobre las ruinas de una casa después del desastre. (

jmontideas.blogspot.com

 

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