Por.
John Montilla
“Sólo por su
luz la casa es humana. Ve como un hombre. Es un ojo abierto a la noche.” Gastón
Bachelard
La
casa no es la misma desde la cuarentena
Las
paredes se han llenado de ruidos y silencios cotidianos.
El
sofá ha envejecido varios años en pocos días.
La
puerta de entrada se inclina ociosa,
y
de reojo ve que la nevera presta su puerta luminosa
para
que por ahí se escape el tedio de cada día.
El
televisor se ha mudado al cuarto,
pero
ahora duerme menos, su rostro luce cansado.
La
cama está un poco molesta porque la miran con fastidio.
La
vieja hamaca se ríe disimuladamente,
nunca
había estado tan bien consentida.
Las
llantas de los vehículos se han prestado
para
que la arañas anclen los extremos de sus redes.
La
vieja sombrilla abandonada en su percha
se
muere de sed,
extraña
la lluvia.
Parece
un gran murciélago embalsamado.
Las
gafas oscuras están pálidas,
extrañan
la luz del sol.
Y
se maquillan con el polvo de la nostalgia.
El
sombrero está muerto,
ha
perdido su cabeza.
Algunas
medias se han escabullido por algunos de sus agujeros.
A
sus compañeras solitarias las cobija la nostalgia.
El
ropero parece un sarcófago antiguo,
cerrado
herméticamente,
anhela
ser encontrado por un explorador de tesoros ocultos.
Los
abrigos tienen frío,
evocan
un cálido abrazo.
El
computador está extenuado,
alarga
la cara pidiendo un respiro.
El
celular se ha quedado asfixiado,
tiene
mucha presión de manos y dedos ansiosos,
que
lo usan como pies para salir a caminar el mundo.
Sólo
los libros están alegres,
lucen
felices,
están
radiantes,
el
polvo ha volado de sus cubiertas.
Manos
amigas los acarician.
Los
lápices de colores han saltado alegres de sus cajas.
Los
olvidados pinceles,
que
eran plantas inertes en los estuches,
han
vuelto a florecer con la humedad de nuevas pinturas.
Las
fichas de dómino están de carnaval,
sus
puntos bailan de gozo,
arman
coreografías en mesas familiares.
Los
dados están quedando redondos
de
tanto dar volteretas en los tableros.
La
efímera felicidad estalla en frágiles burbujas,
las
mismas que extinguen al resignado jabón
que
lamenta su suerte.
En
la oscuridad de la noche,
los
zapatos aplastados por el tedio
promueven
una silenciosa revolución,
planean
escaparse a la calle
llevándose
consigo a sus dueños.
John
Montilla. Texto. (6-IV-2020)
Imágenes tomadas de internet. Pixabay.
jmontideas.blogspot.com
Mi jabon si salio, muy buena Jhon
ResponderEliminarMis pinceles ahora reposan porque la vida también cambia para los pintores, son personajes de otras cuarentenas. Y los libros, esos vehículos de salir a las calles y al mundo exterior.. siempre disponibles para un próximo viaje.
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