Por. John Montilla
Se llamaba Jairo, pero todos los que lo conocían lo
llamaban por su apodo “Pecho”, vivía en la pequeña localidad de Puerto Umbría-
Putumayo. Era hijo de una humilde mujer de ese pueblo, Arcelia, a ella la
recuerdo muy bien, porque cuando finalice mi ciclo de trabajo en esa localidad,
ella de manera voluntaria estuvo ayudándome con el trasteo de mis trebejos. Y
aún tengo en la memoria el abrazo que me dio de despedida y las lágrimas que
derramó por mi partida. Esas cosas sinceras que nacen de los corazones buenos,
no se olvidan.
Me enteré que su hijo murió esta semana, y por eso me
propuse hacer una breve semblanza de él. “Pecho” como sus amigos le decían, era
igualmente humilde y noble. Nunca aprendió a leer, la vida le negó esa
posibilidad, pero eso no impidió que durante su existencia fuera una buena
persona, un hombre solidario y colaborador como pocos.
Siempre me llamó la atención el porqué de su apodo, pensaba
que se debía a que por lo general se lo veía con el torso desnudo y la camiseta
en la mano o en uno de sus hombros, especialmente cuando se iba jugar voleibol;
su deporte favorito. Con la noticia de su muerte, también me llegó la razón de
cómo se ganó ese sobrenombre. Dicen que, en su juventud, cuando se iba de farra
y le preguntaban que para donde iba, él tenía su respuesta: “Me voy a hacer
pechito con pechito”. Uno de sus vecinos me cuenta: “Cuando nosotros lo
mirábamos bien vestido y con su poncho terciado al hombro, sabíamos que se iba
a sus andanzas de hacer pechito con pechito.” lo cual derivó con el tiempo en
la palabra “pecho”, palabra que lo acompaño hasta el último día de su vida.
Todos en el pueblo, lo recuerdan, porque fue un hombre
decidido y que no dudaba en ponerle el pecho a las cosas que ningún otro se
atrevía a hacer. Especialmente cuando al pueblo le tocaba los azotes de la
violencia y aparecían de repente en el río finados, a los que nadie se atrevía
a ponerles la mano, muchas veces por el estado en el que los solían encontrar.
Cuando estos duros episodios tocaban a esta localidad. La gente corría a
llamarlo y él no dudaba en ponerle el pecho a la brisa y ser él quien pusiera
manos y corazón para hacerse cargo de esos asuntos propios de los hombres
fuertes.
Alguien me cuenta la historia de la vez que encontraron un
transportador asesinado y fue él quien, a pesar de las amenazas de los grupos
armados, lo recogió, lo baño, lo instaló y acompañó en la caseta comunal del
pueblo hasta que la familia del difunto apareció. Son muchas los episodios de
este calibre a los que se enfrentó este hombre sin miedo. Tenía un corazón tan
grande en el cual no cabía el miedo en su pecho.
Este hombre alto y delgado, tenía otra cosa que lo distinguía:
Era el único en el pueblo que usaba sandalias de caucho con hebilla, un calzado
que no es fácil de conseguir, pero él se daba sus mañas para conseguirlas, me
dicen que “las mandaba a traer del Ecuador con unos familiares.” Por donde
quiera que iba, llevaba sus singulares sandalias, sus amigos se las habían bautizado
“las Arcelias” en referencia a su madre.
Jairo, se ha marchado para siempre, dejando sus “Arcelias”
por fin descansar, dicen que este hombre de corazón grande, se asfixió durante
uno de sus ataques de epilepsia. “Pecho” se quedó sin oxígeno, quizá todos
aquellos desdichados a quienes él tendió sus solidarias manos, lo hayan salido
a recibir con los brazos abiertos. Pero ahora ante esta ausencia, ninguno de
nosotros se alcanza a imaginar, el vacío que su anciana madre debe tener en el
pecho.
John Montilla
23-III- 2020
♥️
ResponderEliminarMuy buen escrito profe ❤️
ResponderEliminarHermosas palabras profe, para describir a quién fue un gran ser humano de un gran corazón, que siempre estuvo a disposición del pueblo.
ResponderEliminarDios lo tenga en su santa gloria
que descance en paz��
que bacano es leer algo tan bueno acerca de alguien que queremos tanto...
ResponderEliminarQEPD Pecho.
Excelente descripción 👍🏻
ResponderEliminarVerlo con su canclas, era un recuerdo de que en mi niñez usaba de las mismas, mi abuela me las compraba para que no me las quitara, la marca es "Torres"
ResponderEliminarSolo queda Gratitud para ÉL jairo "pecho" por su disposicion incondicional en este mundo terrenal, QEPD.
ResponderEliminarY a usted profe JOHN por conmovernos con sus letras.♡
Jairo: Una gran persona, que siempre mostró disposición y voluntad para ayudar a los demás, así como su madre. Leyendo este escrito inmediatamente me trasladó a mi pueblo y me trajo muchos recuerdos como si fuera ayer. Fortaleza para Arcelia, una mujer muy luchadora, incondicional y muy sensible ante el dolor de los demás.
ResponderEliminar