“Igor”
vuelve a casa. Crónica
Por. John Montilla
Nadie
se imaginó que un sencillo y tedioso viaje para un gatito, se
convertiría en una odisea que tardaría casi unos seis meses en culminar.
Yo
diría que IGOR es un gato cualquiera, lo que lo hace especial, es ser el consentido
de un niño, que por circunstancias que
no vienen al caso, se fue a vivir de
Mocoa a la ciudad de Pasto; pues bien a la hora del trasteo, el gato no fue
incluido en primera instancia; lo cual generó un pequeño caos familiar cuando
el niño reclamó su mascota preferida; razón por la cual se tomó la decisión de llevar
lo más pronto posible al animalito hasta el nuevo hogar.
Lo
que nadie se imaginó fue, que este aparentemente, sencillo y tedioso viaje de IGOR hasta Pasto, la tierra del Galeras, se
convertiría en una odisea que tardaría casi unos seis meses. He aquí los
hechos:
A
mediados de un diciembre, hace unos años atrás, a IGOR se le acondicionó una caja de cartón y
se lo metió en ella para que viajara en
la parte trasera de las tradicionales camionetas que hacen el recorrido por la peligrosa vía
Mocoa- Pasto. Todo iba bien hasta que en el punto denominado Las Planadas, a unos 15 minutos de Mocoa; seguramente
asustado por el encierro y el traqueteo del automotor, el gato había destruido
su improvisada jaula y se dio a la fuga. De la cual dieron aviso unos pasajeros
que iban en la parte trasera del vehículo.
El
dueño hizo detener la camioneta, para intentar atrapar al felino, pero la tarea
era complicada porque el asustado animal
se interno en los matorrales y no prestó
atención a los llamados del amo, además los pasajeros y sobre todo el conductor
apremiaban para continuar el viaje; resultado tras unos infructuosos pocos minutos
por capturarlo, no tuvo más remedio que abandonarlo a su suerte, no sin antes
dejarlo recomendado a unos vecinos que en esos instantes atinaron a pasar por
el lugar, con la promesa de una recompensa si lo atrapaban y se lo cuidaban. Conclusión
el consentido animal quedó abandonado a su destino en el bosque.
El
problema venía en la excusa que había que dar para explicar la pérdida del
animal a su pequeño amo. Según me cuentan se le dijo que el animalito se había
conseguido una pareja porque quería tener gatitos y que por eso se había ido de
casa. Al parecer esto y la promesa de uno de los gatitos lo convencieron.
En
Enero, de regreso de vacaciones, el dueño - que entre otras es un amigo- fue a darse
una vuelta por el lugar y a preguntar por el animal, algunos vecinos,
especialmente unos niños dijeron haber visto un gato merodear por esas
vecindades. Entonces él decidió levantar
la recompensa si lo atrapaban, o si le daban información de él.
Una
semana después volvió por el lugar con
una bolsa de comida para gatos, y se encontró con que un niño había atrapado un felino, pero cuando fue
a verlo resultó que no era el que buscaba; sin embargo les dejo un anticipo de
recompensa, así como también la bolsa de concentrado para que le dejen al alcance por si lo veían. Pero a pesar de varias
visitas que hizo al lugar, las pesquisas parecían no dar resultado.
Las
fotografías que existían del gato en sus
buenos tiempos, se habían perdido cuando
al computador de mi amigo fue atacado
por un virus y en el proceso de reparación del sistema, esa fue una parte de la
información que se perdió. Así que ni modo de repartir su imagen entre la gente
de la vereda para que lo reconozcan.
Dos
meses después, una agradable mañana de un sábado, fui invitado por mi amigo
para que lo acompañara a dar una vuelta
por el lugar; total lo tomé como un pequeño paseo. Preguntamos
en diversas partes, nos internamos por senderos, con el temor de que nos
sacaran corriendo o nos atacaran los perros de las diversas fincas,
afortunadamente la gente fue muy amable y cordial, unos vecinos nos dijeron que
efectivamente había un gato extraño en el sector, que a ratos aparecía por
diversos sitios, que se comía la comida de los perros, los cuales lo
correteaban constantemente, por lo cual era muy arisco y difícil de acercársele.
En
una casa nos dijeron que habían atrapado al susodicho gato, pero con el temor de ser heridos por el animal, no
lo habían atado bien y este se les había fugado, además el perro de ellos lo
había correteado y desde entonces no regresó por esos lados. No obstante
dejamos repartiendo concentrado para gatos en varias casas y dejamos un número
telefónico para que llamen en caso de que ellos tengan alguna información.
Casi
tres meses después y luego de varias pesquisas y rondas sin resultado, mi amigo
se estaba dando ya por vencido, (no olviden que un niño reclamaba con
insistencia su mascota), cuando por coincidencia de un trabajo hizo amistad con
el celador de la escuelita de la localidad, quien hizo de intermediario con los niños del sector
para difundir la voz de la infructuosa búsqueda, hecho que ayudó a mantener
viva la ilusión de recuperar al
animalito que tristemente vagaba solitario por el sector.
Ahora
eran más las personas que sabían que había un “gatico” de la ciudad extraviado
por la vereda, hasta que un buen día llamaron de urgencia al dueño diciendo que
el felino, estaba en determinada parte, mi amigo que afortunadamente tenía
tiempo libre en ese instante, se apresuró a llegar hasta allí, no sin antes
llevarse una bolsa de concentrado para gatos. Cuando llego al lugar que le
indicaron, no fue sino llamarlo por su nombre y el animalito, cuatro meses
después de haberse perdido reconoció y
corrió hasta los brazos de su amo.
Por
tanto todos los esfuerzo realizados, habían valido la pena y mi amigo llamó a
casa para dar la buena nueva, obviamente el pequeño propietario del animalito
se sintió muy contento de recuperar su mascota
después de tanto tiempo de ausencia.
Sin
embargo, surgió otro inconveniente: ya
no había suficiente espacio para cuidarlo mientras hallaba la forma de enviarlo
a Pasto; ya que mi amigo ahora vivía
solo en un pequeño apartamento, por lo cual decidió dejarlo provisionalmente
en su taller de trabajo, se le adecuó una caja de arena y por las tardes iba, y
le dejaba su ración de comida y agua; pero acontece que de dicho taller habían otras personas que también tenían
entrada, pero que rara vez iban, pues parece ser, que fueron justo cuando IGOR estaba allí, y no se sabe si lo
ahuyentaron a propósito o dejaron la
puerta abierta, lo cierto fue que el animalito después de tanto esfuerzo por
recuperarlo se volvió a perder; esta vez en el centro de la ciudad de Mocoa.
Recuerdo
claramente las palabra de mi amigo cuando me refirió el hecho: ¡ No sabes lo
que pasó: el gato se volvió a perder !, hombre dije yo, eso si es mucha mala
suerte. Sin embargo vuelve y juega la
búsqueda: a preguntar por el sector, unos dijeron que lo vieron durmiendo por
las escaleras de la casa de la cultura, otros que lo vieron saltar por los tejados de la
alcaldía, y no falto quien diga que se
lo vio cruzar por los patios de la
iglesia con rumbo a las orillas del Río Mulato. Lo cierto fue
que su rastro se perdió completamente.
Imagínense
la frustrante llamada a casa para decir esta infortunada noticia, ¿Qué excusa
darle a un niño que había esperado tanto tiempo?, total no hubo más remedio que
hacerlo; “este gato se me esta convirtiendo en un verdadero dolor de cabeza”
dijo mi amigo, “me va a dañar hasta el matrimonio”. Y a pesar de todo no hubo
de otra que echarle tierra al recuerdo de IGOR.
Pero,
el asunto no termina aquí; casi dos meses después de la huida de IGOR; resulta
que el dueño de la casa donde antes residía mi amigo, que entre otras es todo
un “caballero”, y quien conocía el
asunto, un día lo llamó para decirle que en la vecindad hay un gato que todas
las noches llega a maullar al tejado y
que dicho maullido “le parecía familiar”, que por que no se acercaba a dar una vuelta por la vecindad.
No
obstante, estar mi amigo un tanto ya
cansado del tema, decidió una
tarde pasar por el lugar y acercarse a su antigua residencia, y cual no sería
su sorpresa cuando justo a la entrada de ella se encontraba IGOR, como si estuviera esperando como en los viejos tiempos
a que él, le abriera la puerta. Otra vez
él lo llamó y el fiel animalito instintivamente corrió otra vez hasta su amo de
siempre, ¿Cómo llegó el gato desde el centro hasta un extremo de la ciudad? Esa
es la pregunta que aún nos hacemos, si ese recorrido no lo había hecho nunca.
Lo
cierto fue que casi seis meses después la odisea de IGOR llegaba a su fin, y fue embarcado esta
vez con mayores precauciones y
rápidamente, para que culmine su
frustrado viaje a Pasto, donde unos cariñosos brazos lo estaban esperando.
(Adenda:
las tres últimas fotografías corresponden a IGOR después de haber sido
recuperado tras cuatro meses en el bosque, con un aspecto y un pelaje casi
completamente diferente a su original)
John
Montilla: Texto y Fotografías. 2008
jmontideas@hotmail.com
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