Por. John Montilla
“Cuando el río Mocoa era grande, yo era pequeño; ahora soy
grande y el río se ha ido haciendo pequeño.”
Pues bien, con un grupo de amigos nos propusimos sacar “La
Piedra” a la luz de nuevo, para que quienes alguna vez disfrutaron de este
idílico lugar en el Río Mocoa puedan rememorar algo del ayer, y también para
darle a conocer a las nuevas generaciones y al mundo que las cosas se van
perdiendo y por tanto hay que luchar por conservar lo que aún nos queda.
Iniciamos la breve expedición charlando sobre lo que antaño
vivimos en el río. El primer punto en el que nos detuvimos fue, en la que
otrora fuera una quebrada de aguas claras y limpias, y en las que solíamos
nadar de niños, de eso ya sólo quedan las memorias.
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En el recorrido pasamos por lo que antes denominábamos como
“Los Chiparos”, donde alguna vez hubo un buen pozo para nadar, de eso ya no
queda nada tampoco. Uno de mis amigos apunta que los árboles que se ven ahora
“son los nietos de aquellos verdes gigantes del ayer.” Los padres sucumbieron
en una tremenda crecida del río hace ya varios años.
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Y luego por fin llegamos al lugar esperado. “La Piedra”, El
peso de la nostalgia le cae encima a uno, ya no hay nada. Lo que otrora fuera
un gigante, parece que se hubiera encogido. Y de lo que alguna vez fue un pozo
profundo y ancho tan sólo queda la maleza y una turbia agua encharcada que
rodea el lugar. Plantas acuáticas
proliferan a su alrededor, y de lo que fue el curso del río tan sólo son
piedras y diversa vegetación que ha invadido el agreste suelo. Del resto nada tan sólo recuerdos.
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Mis amigos refieren como ese pozo en sus momentos de grandeza
le dio cabida a tanta gente a la vez y muchos se atrevían a arrojarse en
clavado desde lo alto de la piedra pues la profundidad permitía ese tipo de
maniobras. Aquí se quebró la nariz - tal persona dice uno de mis amigos- el día
que un conocido cometió una imprudencia, o tal persona le pasó esto. Nunca supimos
de alguien que se hubiera ahogado allí.
Como en aquellos tiempos la corriente de agua había socavado
gran parte de las bases de “La Piedra” los más osados se atrevían a nadar
debajo de ella, esos intrépidos se sumergían en un lado e iban a aparecer en el
otro. Pero también hubo aquellos que la tomaron para otro tipo de juegos, recuerdo
a unos amigos que se inventaron el juego de tirarse en clavados desde lo alto
de la piedra de la manera más vertical posible con el objetivo de que el agua les
sacara la pantaloneta para quedar en calzoncillos. Inolvidable fue la vez que
uno de ellos salió sin nada y no pudo recuperar sus prendas porque el agua se
las arrastró mientras estaba sumergido y luego para llegar a casa tuvo que irse
nadando aguas abajo hasta llegar cerca al barrio y de ahí pedir ayuda para que
le presten ropa para poder salir.
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Varias personas refieren con cierta picardía que “La Piedra”
se prestó para los romances de agua y potreros y que muchas parejas usaran el
lomo de la “bestia descomunal dormida” para entregarse a los goces del amor que
el idílico lugar permitía. Si “La Piedra”
hablara podría mencionar “a sus hijos de los días felices”. Por fortuna en
aquellos tiempos no existían tantas cámaras y los encuentros indiscretos que se
cuentan por docenas, quedaron sólo en la mente de algunos testigos que a veces
los recuerdan entre risas en algunos ratos de jolgorio. Por supuesto no vamos a dar ningún nombre aquí
de aquellos que le sacaron todo el jugo a “La Piedra” y los otros parajes. Esas
cosas quedan, así como está “La Piedra” ahora: enterradas en el pasado y la
arena.
Un lejano día, que nadie recuerda “La Piedra” se cansó de su
propio peso y cayó con la ayuda del agua sobre el socavón que tenía debajo. La
arena del río siguió haciendo la suyo para cubrirla otro tanto; luego cuando el
cauce del río Mocoa fue desviado, y los últimos peces fueron sacados de todos
los recovecos del río, la maleza se apoderó del lugar y el pozo desapareció
para siempre. Pero la milenaria piedra, quizás con melancolía apenas se asoma
para que quienes la conocimos en sus tiempos dorados podamos saludarla. No tengas pena, amiga “Piedra”, nosotros
hemos venido a sacarte de las arenas del olvido para que el mundo te conozca.
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John Montilla. Texto y fotografías 3, 4,8,9.
Jesús García . Fotografías 5,6,7.
Imagen portada. Tomada de Facebook. (Desconocemos el autor)
Imagen 2 : Tomada de internet.
jmontideas.blogspot.com
15-VI-2021
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