domingo, 21 de octubre de 2018

Desde el balcón


Por. John Montilla



Eran  las siete de la noche cuando la niña, quizá de unos seis o siete años, apareció en la esquina, llevaba en sus manos una bolsa con pan, se detuvo al borde de la vía para observar con cuidado el tráfico antes de cruzar la calle. Muy atenta miraba a los dos costados de la vía mientras jugueteaba con la bolsa de pan.

Cuando considero el momento adecuado, con una corta pero precisa carrera atravesó la calle- justo antes de que pasara un motociclista a una velocidad temeraria- Ya a salvo, la niña siguió jugando con mayor intensidad con su bolsa, cuando de repente uno de los panes salió volando  de la bolsa, ella presurosa se agachó, lo recogió y tras limpiarlo un poco en su camiseta, lo echó de nuevo en la bolsa.

Acto seguido se fue dando animados saltos,  pero unos pasos más adelante se detuvo y comenzó a buscar algo entre sus ropas. Deduje que quizá perdió las vueltas de la compra.  Al no encontrar nada, tomó el camino de regreso, pero por el otro lado de la calle; pensé que quizá iba hasta la tienda donde compró a preguntar si le dieron vuelto o no.

Esperé unos minutos, porque estaba seguro que la volvería a ver. Y sí, al poco rato volvió a aparecer en la esquina; ahora no jugaba con la bolsa de pan, se la veía mucha más quieta y cabizbaja, pero de nuevo alerta a cruzar la vía. Como la vez anterior con toda prudencia cruzó la calle, y al llegar al mismo lugar donde antes se le había caído el pan, de repente se agachó, recogió algo, dio un saltó de alegría, y entonces emprendió una alegre carrera rumbo a su casa.

Mientras tanto, yo daba un suspiro de alivio desde el balcón de mi casa.



John Montilla:  Texto y Fotografía con montaje incluido. (20-X-2018)


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