Renacer: Crónicas de Mocoa
Por. John Montilla
“El roble duerme en la bellota;
el ave espera en el huevo
... Los sueños son las semillas de la realidad.”
James Allen
Como una semilla guardada brota un pedacito de mi historia de la noche de la tragedia de Mocoa.
A pesar de que íbamos huyendo ya con el agua hasta la cintura, mi hermana, quizá por el susto debido a la increíble circunstancia que estaba viviendo, aún no era consciente de la magnitud de lo que estaba sucediendo; por eso no me causó extrañeza que en esos vitales minutos de angustia me dijera: “Olvidé cerrar la puerta del apartamento”. Yo para tranquilizarle en algo el nerviosismo simplemente le respondí: “No te preocupes, más tardecito la vengo a cerrar.” Mientras la agarraba más fuerte de la mano, y la forzaba a apresurar el paso por entre las lodosas aguas.
En esos instantes de miedo, por todas partes miraba gente correr
desesperada buscando evacuar la zona; segundos atrás mi hermana había perdido
uno de sus zapatos, y por simple inercia habíamos volteado a ver, pero no nos
detuvimos, al contrario, aceleramos la marcha;
cada uno con sus pensamientos, mi hermana pensando en que aún tendría
casa, y yo con la certeza de que no había esperanza esa noche después de lo que había presenciado al estar
parado en medio de tenebrosas aguas y a quince metros de un puente, minutos antes que pasara la avalancha que devastó la ciudad.
Por fortuna, cuando las aguas desbordadas pasaron por
ahí, nosotros ya estábamos un poco
distantes; pero no fue si no hasta la madrugada que nos atrevimos a ver los
estragos que había causado en el sector donde vivía mi hermana; el resultado
era catastrófico: Todas las casas del sector habían desaparecido desde los
cimientos. Lo que antes era una concurrida calle, había quedado convertido en
playa; contar todo el caos, el dolor y la desolación que allí se sufría, no es
una cosa fácil de describir, por eso de todo este doloroso evento, me voy a detener en un minúsculo
episodio, que es la razón de este breve escrito:
Pocos días después de ocurrida la catástrofe, en la
casa de un vecino que quedó destrozada y llena de barro, comenzaron a germinar
unas semillas de maíz, arrastradas de que
quien sabe dónde, los delicados brotes
estaban creciendo en un cuarto y por entre los restos metálicos de lo que
alguna vez fue una cama, la naturaleza que había causado la tragedia volvía a manifestarnos
su lado más tierno.
De igual manera, no hace mucho, en lo que era la
vivienda de mi hermana y local de negocio familiar, miré que había crecido y
dado frutos una pequeña mata de tomate. La planta a pesar de su tamaño tiene
unos frutos grandes y en muy buen estado. Sin pensarlo dos veces decidí
trasplantarla, ponerla en una matera y llevarla a casa. Los frutos aún están verdes, al igual que el
recomenzar de mis paisanos de mi pueblo,
pero espero que tanto los frutos como los sueños de mi familia y mi gente de
Mocoa crezcan y maduren. Mocoa tiene que renacer, la naturaleza nos vuelve a dar buenas señales.
John Montilla: Texto y fotografías
jmontideas.blogspot.com
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